Hace unos días la politóloga Denise Dresser escribió “El López Obrador de hoy traicionó al López Obrador de ayer”, compartió un video del mandatario mexicano hablando de la democracia en México.
Se escucha decir en su discurso como candidato presidencial “El presidente debe representar a todos los mexicanos, el presidente debe ser factor de concordia y de unidad nacional, el presidente no debe utilizar las instituciones de manera facciosa, ni para ayudar a sus amigos ni para destruir a sus adversarios”
“Nosotros nunca vamos a apostar a destruir a nuestros adversarios. No vamos a actuar de esa manera. La gran transformación del país requiere de tolerancia y sobre todo de no perder el tiempo en revanchas políticas”, presumía el entonces redentor San Andrés de Macuspana.
A más de cuatro años de haber asumido la primera magistratura de la nación, el AMLO que pretendía llegar a la silla presidencial ya no es el mismo que ahora. Todo lo que prometía como candidato lo ha destruido con sus mentiras, con sus engaños, con otros datos y con sus traiciones como presidente.
El primer traicionado fue la parte del pueblo de México que votó por él, 30 millones de mexicanos que con su voto depositaron la esperanza de tener un nuevo gobierno que les diera mejores condiciones de vida, treinta millones de seres que creyeron en sus promesas de que “primero los pobres”; que creyeron que su gobierno sería distinto, que la economía crecería 6%, que acabaría la violencia, que no habría más pobres, que no habría más muertes por violencias, más masacres, más feminicidios…
Los segundos traicionados fueron muchos miembros de su gabinete, los sensatos, los honestos, aquellos que se dignaron a acompañarlo en una aventura política llamada “La cuarta Te” sin pretender un salario cualquiera que fuera la cantidad por tener resuelta su situación económica, renunciaron a ser cómplices de lo que el populismo de su actuar estaba generando, más pobreza transformada en mendicidad, inflación, corrupción ampliada y disfrazada con uniformes militares, privilegios políticos y lo peor, recortes de derechos y libertades del pueblo.
Otros funcionarios que se han percatado de la enfermiza mitomanía, de las desastrosas consecuencias que sus decisiones y caprichos tratando de liquidar el pasado y a sus actores, se quedaron para seguir su juego y no estar fuera de la nómina ya que, su aparente socialismo les permitió asumir un empleo por demás bien remunerado o bien obtener otras posiciones al traicionar sus raíces, como lo hicieron algunos gobernadores que regalaron sus votantes a MORENA y hoy son embajadores, o tienen algún puestito en el gabinete o ya no ser perseguidos por los atracos que hicieron en sus estados, como le sucedió al presidente espurio del PRI Alejandro Moreno a liberarse de la inquisidora Layda Sansores.
Afortunadamente no hay mal que dure seis años ni pueblo que lo aguante.
AMLO ha demostrado que la traición es el arma más letal que existe en la política, sin duda cualquiera de las corcholatas que surja como candidato, rectificará en su pensar y se corte el cordón umbilical que hoy lo une a López Obrador.
El pueblo no lo juzgará como traidor al contrario lo emancipará.
El Candidato debe reconocer que estará respaldado por el pueblo, igual que lo estuvo Luis Donaldo Colosio, quien sufrió la peor de las traiciones en la fatal venganza del otro traidor de México, Carlos Salinas.
¡Amigos la semana tiene siete días y gracias a Dios es viernes!