por Marcos Pineda Godoy
Las ocasiones en que el todavía presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha optado por guardar silencio o evadir preguntas acerca de temas complicados, se cuentan por muy pocas. Lo usual a lo largo de casi seis años de conferencias mañaneras es que algo diga, responda con sus “otros datos” o por lo menos descalifique y desacredite, bajo supuestos conspirativos en su contra.
Sin embargo, se suman, hacia el final de su mandato, más momentos en que no ha querido o no ha podido responder a una serie de cuestionamientos, así como de eventuales declaraciones sobre sus propuestas de reformas constitucionales, junto con la desaparición de los organismos autónomos e independientes del Ejecutivo, que han puesto cada vez más nerviosos y preocupados a los mercados internacionales, por la falta de transparencia, la sensible disminución de una rendición de cuentas efectiva y las dudas sobre la certeza jurídica que traerán como consecuencias, al volverse a concentrar el poder, al estilo de los sesenta y setenta en México, o de Venezuela y Bolivia, en las épocas recientes.
Últimamente, destacan los cuestionamientos de la reportera sonorense Reyna Haydee Ramírez, hace apenas un par de meses, cuando a lo largo de diez minutos señaló el cerco informativo, la censura, las presiones -personales y en redes sociales- y hasta los castigos contra los reporteros asistentes a la mañanera que pregunten sobre temas incómodos o bien presenten testimonios o evidencias, como ha sido su caso, que pongan en tela de juicio las versiones oficiales ofrecidas por AMLO o por sus colaboradores más cercanos. López Obrador guardó silencio.
Luego de la detención, entrega, secuestro o lo que haya sido, de Ismael “El Mayo” Zambada, junto con el hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, no solamente guardó silencio Andrés Manuel, sino impidió a su secretaria de Seguridad Pública y próxima secretaria de Gobernación, Rosa Isela Rodríguez, dar a conocer la información con que contaban, con un claro y rotundo “No”.
Sobre el caso del más grande desfalco a las arcas públicas, tres veces superior a la famosa “Estafa maestra”, en Segalmex, por más de 15 mil millones de pesos, guardó silencio acerca del papel que jugó el exdirector de la paraestatal, quien nunca fue procesado y, por el contrario, contó y ha contado con todo el respaldo presidencial, exonerándolo desde la mañanera y colocándolo en otro puesto de su gobierno.
Eso sí, para tirar línea, el autoelogio, al que se refirió el subcomandante Marcos, ha servido y seguirá sirviendo, hasta el último día de su mandato, como guía para que sus seguidores repliquen y aplaudan los supuestos logros de la actual administración, así como para estigmatizar mediáticamente a todo aquel que señale el presidente, desde lo que se ha convertido en la máxima tribuna de la nación, ¡la mañanera!, donde solamente su voz, la de AMLO, es prodigada como la fuente de la verdad, desplazando de ese lugar al Congreso de la Unión, que pasó ya a ser una extensión del poder presidencial y no un poder de la República.
Desde la elección del pasado 2 de julio el peso se ha devaluado alrededor del 20%, los precios de los combustibles y energéticos también se han incrementado, la canasta básica real y no la oficial, se fue a más del doble de su precio en el sexenio y tanto más que está a la vista de quien lo quiera ver. Pero, si algo va bien, pues se debe a López Obrador y si algo va mal, ¡ah!… se debe a situaciones externas, a los gobiernos neoliberales o a los conspiradores conservas y clasistas.
Esto es parte de lo que está cambiando en México y que los seguidores de la 4T justifican con el haber obtenido 36 millones de votos, de los 100 millones de mexicanos en edad de votar. Y es parte también de lo que los opositores se resisten a aceptar. Pero, espere, apenas comienza lo mero bueno. Regresaremos a estos temas en septiembre y octubre. Y ya veremos hasta dónde ha llegado todo.
Y para iniciados:
Hoy en el Congreso local se tomarán decisiones trascendentes. Para quienes estaban especulando sobre si la bisagra que podrían significar los posicionamientos de Tania Valentina y Beto Sánchez, congresistas electos por el PT, que les quede claro: Van con Margarita González Saravia y con la llegada, ahora sí, de la 4T a Morelos. Y todo puede marchar muy bien si se concreta la propuesta, que suena bastante lógica, de que la presidencia de la Mesa Directiva sea para Morena, la de la Junta Política y de Gobierno para el PAN y la presidencia de la Comisión de Hacienda para el PT. Ya, en unas horas, nos enteraremos cómo quedaron los acuerdos.
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