Con las más recientes declaraciones de Mario Delgado Carrillo, presidente nacional de Morena, sobre el cuidado que están teniendo en este instituto político para evitar lo que llamó otro “berdejazo”, las alertas entre los aspirantes a las candidaturas para los gobiernos de las entidades federativas se han encendido.
Recordemos que en la pasada elección de gobernador de Coahuila, Ricardo Mejía Berdeja, quien se había desempeñado como subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno Federal desde el 14 de junio de 2019 y hasta el 13 de enero de 2023, habiendo ocupado anteriormente en dos ocasiones el cargo de diputado local, una vez como diputado federal y trabajado en algunos otros puestos de la administración pública, no consiguió la candidatura por la alianza morenista, misma que se rompió, y se postuló bajo las siglas del Partido del Trabajo.
La candidatura morenista de Armando Guadiana Tijerina fue considerada una imposición. Alcanzó el segundo lugar, con el 21% de la votación efectiva. El partido Verde prefirió apostar por una alianza con un partido con registro local, Unidad Democrática de Coahuila, quedando en cuarto lugar, con el 13 por ciento de los votos. Ricardo Mejía, yendo solo por el PT, obtuvo el tercer sitio, con 13 puntos porcentuales, mientras la alianza PAN-PRI-PRD ganó la contienda, a más del dos por uno, casi el 57% de las preferencias.
Si en el PT creyeron que Mejía Berdeja tendría posibilidades de triunfo bajo sus siglas, si los morenistas minimizaron el potencial de la alianza opositora, si la imagen de corrupto que acompañó la candidatura de Guadiana fue un factor que influyera y demás, ya quedan para la historia como meras especulaciones.
Lo cierto es que, pues conozco muy bien la estrategia que ha dirigido el exgobernador Eliseo Mendoza Berrueto, para conservar el gobierno del estado en manos del PRI, se basa estrictamente en la estadística electoral, la planeación a largo plazo, no seis meses antes de la elección como lo hacen muchos improvisados de la política, y en el establecimiento de objetivos de tipo cuantitativo, sección por sección electoral y casilla por casilla. Y no al ahí se va, sino, subrayo, con un riguroso sustento y análisis estadístico.
Si eso ya lo saben, que supongo que sí, tanto el presidente como Claudia Sheinbaum, pues Delgado Carrillo no es más que un operador que ejecuta las instrucciones que recibe, el aplazamiento hasta el 10 de noviembre para anunciar los nombres de quienes encabezarán las candidaturas de Morena y sus aliados en los estados de la República se reviste de decisiones difíciles de tomar que tendrán sensibles consecuencias.
Los supuestos analistas que restan importancia al estado de Morelos, por ser una entidad territorial y poblacionalmente pequeña, se equivocan. Se trata de una gubernatura, de un presupuesto cercano a los cuarenta mil millones de pesos para el próximo año y de una caja de resonancia que puede influir, no tanto en votos, pero sí en imagen, rumbo a la elección presidencial. Claro que Morelos importa, tiene su peso específico, aunque no sea de los niveles de la Ciudad de México o Veracruz.
Y para iniciados:
El análisis de qué conviene más al proyecto electoral del presidente ya tiene las estadísticas en la mesa. El elemento definitorio, la manzana de la discordia, es la distribución por género. Tras la valoración estadística de los aspirantes quedará muy claro quiénes son los que tienen más probabilidades de ganar las contiendas. Ahora, dependerá de que el presidente no se deje influir por filias o fobias de su gente cercana, ni siquiera de los más, más, cercanos para inclinar la balanza. Si eso sucede así, no debemos sorprendernos si donde se creía que ya estaba cantado que sería una mujer, termina siendo un hombre quien encabece la cuarta transformación, y viceversa.
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