LA DIFERENCIA

Por Irradia Noticias
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Sé que a muchos simpatizantes de la denominada Cuarta Transformación (4T) no les agradará lo siguiente, escrito y dicho de acuerdo a mi modesto punto de vista: el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, mejor conocido como Covid-19, resultó ser un padecimiento de pobres en México. 

Es decir, los mexicanos en condiciones de mayor vulnerabilidad económica, desde el inicio de la pandemia en México a comienzos de 2020, han sido los más propensos a padecer y morir a causa del virus. Y no lo digo yo, sino la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Efectivamente. Existe una investigación elaborada por personal de la Facultad de Medicina de la UNAM, en la cual se indica que el 94 por ciento de los mexicanos muertos por Covid-19 (a mediados de 2021) eran obreros, amas de casa y retirados con condiciones económicas adversas, y la mitad no terminó la primaria. ¡Era gente jodida, para ser más claros! 

Desde luego, hubo pacientes infectados que tuvieron oportunidad de salir adelante y se curaron… a un altísimo costo. Conozco el caso de un familiar muy cercano que desembolsó alrededor de 100 mil pesos para ser atendido a domicilio y evitar la internación en algún hospital público, donde el 95 por ciento de intubados murió (¿muere?).

El 92 por ciento de los decesos ocurrió en instituciones públicas de salud, con la mitad en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), mientras que en hospitales privados solo sucedieron dos por ciento de las muertes, detalló el reporte “Impacto de los determinantes sociales de la Covid-19 en México”. 

En la segunda oleada del virus, a comienzos de 2021, recibí informes de que en el IMSS y el ISSSTE, por lo menos el 95 por ciento de quienes recibieron respiración mecánica en camas de terapia intensiva, murió. Podemos citar los casos de magníficos amigos nuestros.

Fíjese lo que señala la UNAM, sobre un escenario de absoluta decadencia del sector de salud pública, la cual no ha sido frenada por el presidente López Obrador, ni sus principales corifeos de la Secretaría de Salud, ni tampoco el director general del IMSS: 

“Los datos aquí mencionados apuntan a grandes diferencias tanto en nivel de contagio como en la gravedad y mortalidad de la Covid-19, según el nivel socioeconómico”. 

Lo anterior es obvio, pues quienes gracias a la disponibilidad económica tienen el enorme privilegio de confinarse en sus casas sin necesidad de dirigirse a cualquier otro lugar, verbigracia los centros de empleo, no se infectan. Y si eso les llegó a suceder, reciben atención de primera en hospitales privados o en sus domicilios. 

¡Fuera máscaras!: el sector público de salud en México es una desgracia. No se puede presumir en ninguna parte del mundo. Y seguramente quienes viven en Dinamarca se han de carcajear porque ya pasaron casi tres años de la actual administración y nuestro país no ha superado la calidad médica de los daneses.

México es el segundo país con más muertes por Covid-19 en el mundo, con casi medio millón de decesos. Además, la crisis habría dejado un aumento de entre 8.9 y 12 millones de mexicanos con un ingreso inferior a la Línea de Pobreza por Ingresos, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Así las cosas, amables lectores, frente a la cuarta ola de coronavirus Covid-19 y las nuevas variantes que se vayan presentando, solo nosotros podremos evitar los contagios. De nadie más depende la aplicación estricta de las normas sanitarias tan difundidas hasta ahora. Y algo muy importante es que no debemos imitar el mal ejemplo de los funcionarios federales más encumbrados, quienes se contagiaron debido a su irresponsabilidad, al no usar cubrebocas ni mantener la sana distancia. 

¡Ah, pero eso sí! Es indudable que esos mismos personajes recibieron o están recibiendo los mejores tratamientos con medicamentos de avanzada aún inaccesibles para los mexicanos comunes y corrientes, esos que, según lo vemos en Ciudad de México y ciertos puntos de Morelos, abarrotan los hospitales públicos en busca de consultas médicas y pruebas antigénicas de Covid-19. 

Resulta evidente que las inequidades sanitarias en grupos vulnerables de nuestro país son una realidad que configuró el estado de salud de cada individuo y cuyo resultado es una mayor afectación por el SARS-CoV-2.

Hagámosle caso al brillante virólogo mexicano Alejandro Macías, quien escribió ayer lo siguiente en su cuenta de Twitter: 

“El día de hoy el presidente de México informó que tiene Covid-19. Muestra la gran transmisión de la variante ómicron, pues ya se había infectado y ya se había vacunado. El mensaje debe ser el mismo: cubrebocas, distancia, evitar tumultos, ventilar espacios cerrados”.

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