Las expectativas respecto a la cumbre Estados Unidos, México y Canadá son variadas. Marcelo Ebrard espera que sea tersa, que no se toque el tema de la reforma eléctrica y lo que corresponde a migración sea muy matizado. O sea, que su jefe pueda nadar de a muertito, puesto que ya declaró que todo está planchado y no hay nada de qué preocuparse.
Andrés Manuel dijo estar abierto a defender su iniciativa de reforma eléctrica, claro, con los argumentos que le conocemos, puramente ideológicos. Los empresarios empujan porque Biden y Trudeau le hagan señalamientos y advertencias claras, contundentes, al presidente centralista y estatizador. La incógnita es: Si habrá posicionamientos de Estados Unidos o Canadá que no concuerden con la estrategia del mexicano.
Ya se encuentra el presidente, Andrés Manuel López Obrador, en Estados Unidos, por tercera ocasión durante su mandato. La primera fue para prestarse a apoyar la campaña de Donald Trump rumbo a su fallido intento de reelección como presidente de los norteamericanos. En la segunda, aprovechó el foro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para presentar el esbozo de una propuesta que podría denominarse asistencialismo internacional que, en suma, plantea que los empresarios más acaudalados del mundo, las corporaciones internacionales más exitosas y los países más desarrollados donen recursos para paliar la pobreza de alrededor de 750 millones de personas o, en otras palabras, que quienes han invertido en ciencia, tecnología, desarrollo y crecimiento económico ayuden a los que no lo han hecho.
En la primera, decepcionó profundamente a sus seguidores de los países con gobiernos progresistas de izquierda porque no esperaban de él la convalidación de lo que llaman el “imperio yanqui”, mientras en la segunda causó el momentáneo efecto de llamar la atención, tanto a favor como en contra, pero, a final de cuentas, pasajero, sin posibilidades de trascendencia real, puesto que los interesados en su propuesta provienen de países que recibirían los apoyos y no de los que tendrían que aportarlos, por una sencilla razón: no apuestan por el asistencialismo populista, sino por el desarrollo económico, prefieren la inversión productiva, la investigación científica, el avance tecnológico y la creación de empleos, por encima de programas sociales que reparten recursos para el consumo de quienes los producen a los que no, pero como no son actividades productivas, terminan por no solucionar el problema, sino perpetúan la pobreza. De aprobarse una propuesta así, tendría que ser bajo criterios de aplicación de los recursos muy diferentes a los planteados por AMLO. Como dijera Carlos Marx a Hegel, la idea es buena, pero hay que voltearla de cabeza.
El presidente mexicano se reunirá en privado, primero con Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, recién relecto en su cargo. Trudeau es un político de auténticas convicciones liberales y progresistas, que ha defendido y promovido las libertades individuales, la inclusión de las minorías, la igualdad de género, el derecho al aborto y la protección al medio ambiente. O sea, casi todo lo contrario a Andrés Manuel. Más tarde se reunirá, también en privado, con Joe Biden, presidente norteamericano, reconocido por ser un demócrata prudente, conciliador y buen diplomático, seis veces senador y dos veces vicepresidente.
Y para iniciados
La cumbre tiene temas específicos, pero la presión de los fabricantes de automóviles, las empresas dedicadas a la generación de energías limpias y los empresarios que desconfían de que AMLO respete y cumpla con los compromisos firmados en el Tratado de Libre Comercio, podrían hacer que sí se comenten temas espinosos. Aunque el equipo de comunicación de presidencia de la República ya tiene hecho el borrador de lo que comunicarán a los medios y las líneas que tendrán que tuitear los seguidores a ciegas de AMLO, hay expectativa por las declaraciones que pudiera hacer cualquiera de los tres, posterior a la reunión cumbre. Por parte de AMLO, porque ya sabemos que no se caracteriza por ser prudente cuando se trata de defender sus ocurrencias ideológicas de izquierda. Por parte de sus homólogos, podemos esperar prudencia, pero con posicionamientos firmes y claros, sin detalles técnicos, sin embargo, basados en la defensa de los modelos económicos que sus respectivas administraciones están obligadas a proteger, a diferencia de AMLO que carece de un modelo y basa su gobierno en ocurrencias, caprichos y preferencias ideológicas personales.
¡Que tenga un excelente día!
La información es PODER!!!