Andrés Manuel López Obrador y Morena quieren espantar al pueblo con el petate del muerto, como se dice popularmente en México. Para presionar políticamente al Instituto Nacional Electoral en el tema de la Revocación de Mandato están esgrimiendo, por un lado, falacias y, por otro lado, descaradas mentiras.
Ni es tan fácil reunir los miles de millones de pesos que se necesitan, ni contratar al personal necesario para realizarla, como lo han querido hacer parecer AMLO y sus corifeos. El ahorro y el recorte de sueldos o de personal, se puede llevar a cabo por decreto, estilo que le gusta a López Obrador, aunque dé malos resultados, sea ilegal o antidemocrático. Hay reglas y derechos que se deben de cumplir, e incluso sería un vil e inmoral atropello que se despidiera a trabajadores, para ahorrar recursos, a fin de cumplir el capricho del presidente.
Tampoco es cierto que la Constitución o la Democracia en México estén en riesgo si no se llevara a cabo la consulta el próximo año, propuesta por AMLO. Si la popularidad y el apoyo del pueblo al mandatario cuatritransformista es, como lo registran diferentes encuestas, por ahí del 60%, queda claro que tiene una mayoría de respaldo, lo que hace innecesario e intrascendente, pero sí muy, muy costoso, llevar a cabo un ejercicio de Revocación de Mandato, bajo el caprichoso argumento de López Obrador de querer sentar un precedente histórico, en sus palabras, “les guste o no les guste”, dicho sea de paso, evidencia verbal de una personalidad autoritaria.
Todo eso es falaz o es una franca mentira. Lo que sí resultó cierto fue que AMLO tendió una trampa legalizada por los diputados federales cuatritransformistas, desde la conformación del presupuesto para el 2022, a fin de generar un escenario propicio para la destrucción del INE, como hoy lo conocemos, o al menos la sustitución de los actuales consejeros. La institución está tomando previsiones, cuya respuesta, previsión y defensa ha derivado en la decisión de aplazar la consulta.
Y otra vez, las perspectivas están polarizadas. AMLO y Morena quieren la consulta para lo que no es, pues la presentan como para ratificar al presidente, no como proceso para revocar su mandato. Mientras, sus opositores tienen la esperanza de que sí se lleve a cabo y logren que deje la presidencia. Realmente, los únicos que deberían estar juntando firmas tendrían que ser los opositores, porque se trata de una herramienta de consulta popular para revocar el mandato del presidente. Pero no, AMLO y sus huestes quieren hacerla parecer una consulta para confirmarlo en el cargo.
Para mi que los dos bandos están equivocados, libran una batalla por el poder, que se aleja mucho de cuidar los intereses y el bienestar del pueblo, pues están aferrados a gastarse miles de millones de pesos en una consulta, que muy bien podrían ser invertidos en actividades productivas, no en regalar dinero a través de programas asistenciales, sino en crear fuentes de empleo, crecimiento y desarrollo, en ciencia y tecnología, y en educación de calidad. Podrían usarse para hacer frente a la subida de precios, ésta, que es la mayor inflación en más de veinte años, en lugar de satisfacer los deseos del presidente o de darle cuerda a sus inocentes opositores, que están igual de perdidos en qué es lo que sí necesita el país, para salir del hoyo en que Andrés Manuel lo está metiendo.
Y para iniciados
Poco más de tres años después de haber estado internado en un hospital psiquiátrico, para lo que el entonces diputado de 33 años, Gabriel Boric, pidió una licencia al parlamento, se convertirá en el próximo presidente de la República de Chile. Mientras los izquierdistas del mundo festejan, la bolsa de valores de Chile se desploma, y ¡cómo no!, si su agenda contempla aumentar los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas, transformar el sistema de salud y acabar con el actual sistema de pensiones que, por cierto, es el modelo que tomó Fox para instrumentar en México las Afores. Chile es el más claro ejemplo del daño que ha causado el neoliberalismo y Boric tiene el gran reto de demostrar que puede haber un gobierno de izquierda, que no caiga en los excesos del populismo autoritario. Si hace las cosas bien, Chile podría ser un ejemplo para seguir, pero si sigue el camino de Castro, Maduro, Chávez, Ortega o López Obrador, que Dios agarre confesados a nuestros hermanos chilenos.
¡Que tenga un excelente día!
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