LA BOMBA CLIMÁTICA

Por Irradia Noticias

Según la Organización Meteorológica Mundial, en el mes de julio se experimentaron el lapso de tres semanas seguidas más caluroso, los tres días más calientes y las temperaturas oceánicas más altas, de acuerdo con los registros existentes. Las olas de calor de América del Norte, Europa y Asia, aunadas a los incendios de Canadá y Grecia, tuvieron un impacto muy visible en el medio ambiente y la salud de las personas.

El 27 de julio del año pasado, António Guterres, secretario general de la ONU, dio una conferencia de prensa al respecto en la sede del organismo en Nueva York. Textualmente señaló: «Lo que está pasando es totalmente consistente con las repetidas predicciones y advertencias. La única sorpresa es la velocidad del cambio. El cambio climático está aquí (…) La era del calentamiento global ha terminado. La era de la ebullición global ha llegado».

A pesar de ello, las inercias políticas y económicas mundiales prevalecen. El cambio climático es un fenómeno tan escurridizo e inatrapable que es muy complicado dimensionar sus impactos sobre las personas y la vida en el planeta. Sentir que estamos en riesgo por la emisión de gases de efecto invernadero es más un acto de fe que una experiencia cotidiana, más cuando se vive en una localidad insegura o con restricciones económicas importantes, como le sucede a la mayoría de las personas en el mundo. En esos contextos, ¿cómo preocuparse además por el clima y las emisiones de CO2?

Sin embargo, la realidad es que los efectos del cambio climático en el planeta, en términos de incidencia y de gravedad, van a ser diferentes según la ubicación (en qué parte del mundo se vive) y la capacidad económica de cada país y de cada familia. En todo caso, los impactos del cambio climático están destinados a aumentar las brechas entre países y entre personas. El cambio climático en poco tiempo va a ser uno de los principales multiplicadores de la pobreza, de las desigualdades sociales y de las violaciones a los derechos humanos.

En México, se prevé que el efecto del aumento de la temperatura en el planeta sea que una mitad del país va a sufrir escasez de agua y la otra mitad -sobre todo el sur- va a sufrir exceso de agua; una parte ardiendo en llamas y la otra también con calor, pero debajo del agua. Es indispensable que en México se retome con determinación la agenda climática. Hay que prevenir y prepararnos para lo que viene, aunque parezca que no existe.

En este sexenio, en la agenda climática y medioambiental lo único que ha habido son retrocesos. Ha sido doloroso ver cómo todo ese ecosistema de instrucciones que buscaban cuidar la biodiversidad y el medio ambiente se ha ido diluyendo poco a poco. Las reservas naturales y las aéreas naturales protegidas están cada día más abandonadas. En medio de la reserva de la biósfera de Calakmul, el Ejército construye un hotel. La reforma eléctrica y la ruta crítica para avanzar la transición energética están guardadas en el cajón e inmersas en infinitas batallas judiciales nacionales e internacionales. Este camino en materia de medio ambiente y cambio climático es la ruta al precipicio.

La siguiente administración tiene que dar un giro de 180 grados para reencauzar la agenda climática y medioambiental. Para empezar, hay que dibujar una ruta crítica viable para retomar la transición energética en el sector eléctrico y en el transporte. También hay que reconstruir, con recursos públicos y buenos liderazgos, la posibilidad de cuidar y preservar nuestros impresionantes recursos naturales. El cambio climático es un fenómeno cuyos impactos se van a ir manifestando gradualmente, pero una vez que se rebase cierta temperatura, el retorno es imposible. En este sentido, el cambio climático es una bomba de tiempo, cuyo cronómetro ya está encendido y parece que va más rápido de lo que los científicos habían anticipado. ¿Qué vamos a hacer para que la bomba no nos explote en las manos?

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