IMPUNIDAD Y LINCHAMIENTOS

Por Irradia Noticias

La espontánea ferocidad del pueblo enardecido que decide ejercer violencia contra los presuntos culpables de haber cometido un delito, al grado de arrebatar su último aliento, sobresalta y e inquieta. El linchamiento tiene motivos más allá de los hechos del momento en que la turba se lanza para hacerse justicia por propia mano. La impunidad, producto del fracaso en la prevención de los delitos, su persecución y debida sanción son de los principales. Revela, además, que un gobierno ha perdido la confianza y la credibilidad de los ciudadanos.

A propósito de los hechos del día de ayer en que dos individuos, señalados como parte de una banda de secuestradores, perdieron la vida en el municipio de Huitzilac, que preside el mentiroso excandidato de Morena a la diputación local por el tercer distrito, en las pasadas elecciones, Ulises Pardo, a quien la justicia electoral determinó quitar la candidatura e impedir que llegara a la curul, por haberse hecho pasar como miembro de una comunidad indígena, hoy los temas vinculados con los linchamientos en Morelos vuelven a llamar la atención.

En un extenso informe sobre los linchamientos en México, elaborado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos y publicado en el año 2019, antes del nombramiento de su nueva titular, cuando todavía se reconocía que en este país había un grave problema de violación de lo que antes se conocía como las garantías individuales, se ponen datos desglosados por entidad federativa que dejan al descubierto una realidad que los gobiernos intentan obviar y que la sociedad, tristemente, ha tomado ya como algo normalizado.

Metodológicamente muy bien elaborado, el análisis de la Comisión llega a más de doscientas conclusiones sobre las relaciones que guardan los temas de seguridad y los linchamientos. La impunidad y la pérdida de confianza en las autoridades son dos de las variables que quiero retomar como ejemplos. 

Aunque hay entidades de la República donde no necesariamente los indicadores de impunidad son de los más elevados, es decir, que los delincuentes no sean castigados, también en ellos se registran altos indicadores de linchamientos, pero hay otros donde sí se observan ambos indicadores en niveles muy preocupantes. De la misma manera, también se producen linchamientos en las entidades federativas en las que la valoración de la credibilidad y confianza en las autoridades no es tan baja y otras, como en Morelos, donde se califica muy mal el desempeño de los funcionarios públicos en materia de seguridad.

En este informe, Morelos aparece entre los ocho estados de la República con los más altos indicadores de impunidad y linchamientos, a la vez, junto con los de México, Nuevo León, Puebla, Chiapas, Chihuahua, la hoy Ciudad de México y San Luis Potosí. Al mismo tiempo, la tierra del general Emiliano Zapata aparece en segundo lugar nacional en índice de impunidad, sólo por detrás del Estado de México y en cuarto lugar en indicadores de linchamientos, sumando los consumados y en tentativa.

El hartazgo de una sociedad por la desatención y fracaso de las autoridades para garantizar la paz y la seguridad rebasa los límites de lo comprensible. Nada justifica la justicia por propia mano ni el ejercicio de la violencia en cualquiera de sus formas, pero es una realidad que un mal gobierno e impunidad son factores de mucho riesgo para conservar la gobernabilidad, que se manifiestan cuando el pueblo, como masa, toma el linchamiento como forma de una justicia, al margen de las leyes y en desacato a las autoridades.

Y para iniciados

Con el fatídico linchamiento de ayer, el gobierno del estado y su llamada mesa para la seguridad y la paz quedaron de nuevo en ridículo. Desde el área de comunicación del gobierno estatal, cuando los ahora linchados todavía estaban detenidos y vivos, se apresuraron a informar que el propio gobernador encabezaba la mesa para atender esta emergencia. Dudo que vayan a informar de nuevo al respecto, ya que de nada sirvió. No pudieron evitar el linchamiento y sus comunicados en redes sociales nada más sirvieron para que quedaran, una vez más, evidenciados, tanto José Antonio Ortiz Guarneros como Pablo Ojeda Cárdenas, llevando entre las patas a Cuauhtémoc, que vaya usted a saber si de verdad estaba dirigiendo la mesa, o eso sólo era pura propaganda, para que creyéramos que estaba trabajando y no en una comida o jugando golf.

¡Que tenga un excelente día!

La información es PODER!!!

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