Como nunca antes en la historia de las administraciones públicas municipales los recién llegados alcaldes de Morelos enfrentan retos financieros y administrativos, si no imposibles de superar, sí que requieren de ingenio, creatividad, capacidad de negociación y búsqueda de nuevas opciones. Pero el caso de la capital, Cuernavaca, conlleva complicaciones adicionales, tanto políticas como mediáticas.
Quienes apuestan a la crítica y el cuestionamiento de la gestión de José Luis Urióstegui Salgado, desde el arranque de su periodo, hace poco más de un mes, no lo hacen en forma gratuita, espontánea. Responden a intereses políticos personales, a ideologías de izquierda, ligadas a facciones del morenismo local o del grupo de fuereños en el poder. O se deben a que mezquinamente lo perciben como un obstáculo para sus proyectos a mediano plazo, o sea, un riesgo para las próximas elecciones. Por lo tanto, apuestan desde ahora a la descalificación. No se cansarán de poner el dedo en la llaga de los problemas más sensibles para los habitantes, ni de señalar, como el que ve los toros desde la barrera.
En honor a la verdad, ya sea el caso de Urióstegui Salgado, como el de cualquier otro alcalde entrante, habrá que ser muy objetivos para analizar cómo va su gobierno. Vea usted bien quién dice qué y de dónde viene, qué representa y a qué intereses o ideologías responden. Los números que puedan ser objeto de valoración y el escrutinio sobre la actuación de los funcionarios está en curso. Tres meses, o bien, digamos, los napoleónicos cien primeros días de ejercicio gubernamental. Por lo pronto, lo más sensato es hacer un seguimiento puntual de lo que va aconteciendo.
Lo primero que creo que debemos considerar son los nombramientos del equipo que compone al primer círculo. Es decir, el gabinete y el SAPAC. El gabinete por sus responsabilidades legales y sociales, y el SAPAC por su problemática e importancia estratégicas, de sobra conocidas. A diferencia de otros presidentes municipales, como Estrada Cajigal o Cuauhtémoc Blanco, los funcionarios convocados por Urióstegui no son de fuera. No los trajo de Veracruz, Tamaulipas o de la Ciudad de México. Son gente de aquí, conocidos y reconocidos en los ámbitos profesionales en que se han desempeñado, cumpliendo así con la preferencia que ordena la Constitución.
En segundo lugar, todos estos nuevos funcionarios están advertidos y han aceptado que sus contratos pudieran o no ser renovados, dependiendo de la evaluación sobre su desempeño y resultados, a los cuatro meses de haber ingresado. Ojalá que ninguno tuviera que ser removido, pero si no cumplen con las expectativas sí que es mejor que se hagan a un lado para dar paso a quienes estén dispuestos a enfrentar y sacar adelante los enormes retos de las respectivas áreas de gobierno.
Y tercero, aunque lleve su tiempo poner las cosas en su lugar, el hecho de que tanto el presidente municipal como el secretario del Ayuntamiento, Carlos de la Rosa, son experimentados abogados, será de utilidad para que no simplemente se disponga de los recursos por capricho o sin sustento, como bien sabemos lo hicieron otros presidentes, sino que su ejercicio esté apegado a la legalidad. La restructura administrativa en curso será pieza clave, pero debe ser cuidadosamente operada, no sólo para reducir el gasto corriente, sino para potenciar los resultados.
Y para iniciados
Ya salió la primera voz oficial que no concuerda con el pronóstico de crecimiento del Producto Interno Bruto que hizo Andrés Manuel, basado puramente en su optimismo. Con los datos con que cuenta Tatiana Clouthier, secretaria de Economía, estima una tasa de entre 2.5 y 2.6 por ciento, contraria al 5% que asegura el presidente. No sé cómo le vaya a ir a Tatiana, porque ya ven cómo se pone AMLO cuando alguien tiene otros datos. ¿Acaso será el siguiente cambio en el gabinete presidencial?
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