Concuerdo totalmente con quienes consideran muy diferentes la opinión y el análisis. En efecto, ni son ni sirven para lo mismo, aunque el derecho de los individuos para hacer uso de una u otro debe quedar a salvaguarda, mientras no tengan fines ilícitos, sea cual sea el caso, sus contenidos e intenciones, Eso es parte fundamental del respeto a las libertades de pensamiento y expresión.
Por un lado, la opinión se basa en juicios o valoraciones de carácter personal, que pueden hacerse sobre algo o alguien, como con relación a cualquier tema. Como sucede en los ensayos literarios, el que opina no aspira, o al menos no debería aspirar, a tener la razón absoluta, sino solamente a expresar su punto de vista, que puede ser cierto o no, quizá contribuya o no, quizá descalifique o no, pero no deja de ser una opinión, tan válida como cualquier otra, sobre todo cuando es producto de juicios de valor, de la subjetividad, es decir, de las apreciaciones personales.
El análisis, por otro lado, consiste en examinar una cosa, con todo el detalle posible, a fin de saber cuáles son sus características, cualidades, en qué estado se encuentra, para llegar a conclusiones al respecto. Puede haber muchos, muchos tipos de análisis: químicos, físicos, filosóficos, políticos, sociológicos y demás, pero todos ellos tienen la característica común de pretender la objetividad. En otras palabras, que las preferencias y orientaciones personales de quien analiza no influyan en las conclusiones a las que llegue.
Es cierto que ambas pueden combinarse, mimetizarse incluso. Así como en la naturaleza, el mimetismo otorga a los organismos la capacidad de asemejarse a otros o a su entorno, ganando con ello ventajas funcionales, así también pueden combinarse la opinión con el análisis. Nada más que entonces, distinguir qué parte es análisis y qué parte es opinión, resulta un imperativo ético.
Una vez claros estos puntos, voy a exponer para usted los datos de Morelos, que contiene el más reciente estudio del CONEVAL sobre la evolución de la pobreza en México de 2018 a 2020, que López Obrador confundió -no sé si a propósito- con una encuesta, bajo la específica intención de descalificarlo. Expresó que no está de acuerdo con ello, pero como dijimos, es sólo su opinión, así se trate del presidente de México.
Son tres los indicadores. En Morelos, el de pobreza por ingresos insuficientes, pasó de 48.5 a 50.9 por ciento, lo que se traduce en que poco más de un millón de personas, de casi dos millones que habitan en la entidad, se ubican por debajo de la línea de pobreza por ingresos, sumándose en el periodo casi 54 mil nuevos pobres.
En pobreza moderada los indicadores no variaron mucho, de 42.4 a 42.5%, unos ocho mil cien nuevos pobres moderados más, haciendo un total aproximado de 840 mil habitantes de Morelos que viven en pobreza moderada.
El incremento en el renglón de la pobreza extrema fue de 6.2 a 8.4%. En números redondos, esto quiere decir que de 121 mil pasó la entidad a 167 mil personas en pobreza extrema. La diferencia porcentual fue del 37.8%, que traducido a números absolutos indica alrededor de 45 mil 700 personas, ahora sumadas a las que ya vivían condiciones de pobreza extrema.
La conclusión es clara y objetiva: los diferentes tipos de pobreza han crecido en Morelos.
Y para iniciados
No daré mi opinión al respecto. Solamente le pido a usted que se informe, valore los datos, y saque sus propias conclusiones, contrastando lo que han dicho las autoridades de gobierno, “que vamos muy bien, que han hecho un buen gobierno, que van a seguirle cumpliendo a la sociedad” y demás, con lo que nos dicen los datos duros. Le dejo, eso sí, una pregunta: ¿Podría usted considerar si estos datos son un golazo, para usar términos que ellos entienden bien, contra las mentiras de los gobernantes?
Excelente día.
La información es PODER!!!
