SEXTA PARTE
Ya dejamos asentado que Francisco, adopta la “Teología del Pueblo, más moderada que la Teología de la Liberación, por ello logra sostenerse en el cargo de provincial durante 7 años (1973-1980), y mantener la unidad de la provincia de Argentina, cuando le sorprende y enfrenta la criminal dictadura. Así continúa la biografía del colega francés, Jean-Benoît Poulle:
Con la dictadura militar del general Videla (1976-1981) y sus epígonos (1981-1983), una sangrienta represión de una magnitud completamente diferente se abate sobre Argentina. La Iglesia misma se encuentra dividida entre la franca aprobación del «proceso nacional», expresada por algunos de sus jerarcas en nombre del anticomunismo, y el compromiso de los sacerdotes y las comunidades de base en la resistencia abierta. Como provincial, Bergoglio mantiene una actitud prudente que busca proteger a sus religiosos, al tiempo que brinda apoyo material discreto a los opositores al régimen.
El influjo del peronismo lo mantiene ideológicamente al margen de la dictadura de extrema derecha, pero también de una buena parte de sus opositores más decididos. Es cierto que ha encubierto o escondido a sacerdotes en resistencia y que en ocasiones ha corrido riesgos personales para liberar a algunos detenidos, clérigos o laicos (como la abogada Alicia Oliveira).
En 2005, la controversia sobre su papel exacto se reavivó con un libro del periodista Horacio Verbitsky, que señala su pasividad durante la detención y tortura de dos jesuitas opositores, Orlando Yorio (1932-2000) y Franz Jalics (1927-2021), acusación de la que este último lo exculpará. En 2012, la Conferencia Episcopal de Argentina, que presidía entonces, presentó sus disculpas por su actitud dilatoria durante la dictadura. Su comportamiento personal no puede disociarse de la actitud de la Iglesia y de la sociedad argentina en su conjunto, que sufrieron la dictadura en lugar de levantarse contra ella. En cualquier caso, la acusación de complicidad con Videla que a veces se lanza parece excesiva.
Bergoglio se convierte en el hombre adecuado para evitar la ruptura de la provincia jesuita de Argentina, ya que encarna un camino intermedio: se sabe que está cerca de la «teología del pueblo», la variante más moderada de la teología de la liberación, pero se niega a mezclar su voz con la de los contestatarios.
La travesía del desierto del padre Bergoglio
Después de su provincialato, el P. Bergoglio fue nombrado profesor de teología y rector de la facultad de filosofía de San Miguel en 1980, al tiempo que asumía el cargo de párroco en la misma ciudad.
Se trata de una salida totalmente normal para una orden dedicada a la enseñanza, y Bergoglio no teme denunciar los problemas sociales en sus homilías. Sus relaciones con la dirección de la Compañía se vuelven más difíciles en ese momento, sobre todo porque sufre una nueva crisis en agosto de 1981, cuando el P. Arrupe sufre una trombosis cerebral que lo deja paralizado. El papa Juan Pablo II aprovechó la oportunidad para retomar el control de una orden que, en su opinión, se estaba alejando de sus orientaciones restauradoras, y nombró por la fuerza a un delegado pontificio personal para dirigir la Compañía, el muy tradicional P. Paolo Dezza.
Esta intromisión fue muy mal recibida por los jesuitas, cuyas constituciones especifican que solo la congregación general tiene autoridad para elegir a su superior. En 1983, una asamblea de este tipo pudo celebrarse finalmente con el permiso del papa, y eligió al holandés Hans-Peter Kolvenbach (1928-2016) para salir de la crisis, un hombre de consenso cuya línea «centrista» es básicamente la misma que la de Bergoglio en Argentina: se dedicó a restaurar la confianza.
Sin embargo, Bergoglio mantiene relaciones difíciles con varios jesuitas argentinos, que le reprochan una cierta intransigencia en su gestión de la facultad, especialmente con su nuevo provincial elegido en 1986. Decide tomar distancia y se va a Alemania ese mismo año para realizar una tesis doctoral en teología en la Universidad de Fráncfort sobre el teólogo y liturgista Romano Guardini (1885-1968), uno de los grandes inspiradores del Concilio Vaticano II y de Benedicto XVI. Durante su formación, había aprendido alemán y algunos rudimentos de inglés y francés. Por razones que siguen siendo en parte misteriosas, nunca completó este trabajo.
En general, según varios testimonios coincidentes, esta mitad de la década de 1980 parece corresponder a un período de travesía por el desierto en la carrera y la vida de Jorge Mario Bergoglio.
Por cierto, el último vehículo automotor que usó el Papa Francisco en su recorrido por la plaza de San Pedro en el Vaticano fue “El Papamóvil”, un diseño y un obsequio de México. CONTINUARÁ.
Periodista y escritor; presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE; secretario de Desarrollo Social de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP; presidente fundador y vitalicio honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional, Académico de Número y Director de Comunicación de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG. Agradeceré sus comentarios y críticas en teodororenteriaa@gmail.com Nos escuchamos en las frecuencias en toda la República de Libertas Radio. Le invitamos a visitar: www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.org, y el portal: www.irradianoticias.com