FRANCISCO, EL PAPA DE LOS DESPOSEIDOS Y REVOLUCIONARIO POR PROGRESISTA (I)

Por Irradia Noticias

PRIMERA PARTE

Sin entrar en la difícil e intrincada polémica de las creencias religiosas, creemos, valga la redundancia, que Francisco, así de simple, sin número romano después de su apelativo para marginarse de las monarquías y del pasado papal, fallecido este lunes de cuaresma a los 88 años, ha sido el primer pontífice de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, progresista y por consecuencia revolucionario y por los desposeídos, quien deja un legado a cumplir a sus predecesores y, cabe resaltar que, antes de su desaparición física su último mensaje en el Domingo de Resurrección, después de su bendición urbi et urbi, para todo el mundo, fue su llamado a la paz, exacto del mundo.   

A partir de ahora voy a dedicar este espacio a JEAN-BENOÎT POULLE, más que su biógrafo, un analista de la vida y obra de Jorge Mario Bergolio, descubierto por el hijo colega, Teodoro Raúl Rentería Villa, textual, por razones de espacio será una serie con algunos apuntes nuestros:     

“El papa Francisco falleció hoy, 21 de abril, en el Vaticano, a los 88 años. Con él, la Iglesia católica y sus más de mil millones de fieles pierden una figura decididamente original, innovadora y, en muchos aspectos, casi iconoclasta en relación con esta institución multisecular.

Juzguen por todas las novedades que representó la elección de Jorge Mario Bergoglio, el 13 de marzo de 2013, al trono de Pedro, tras la renuncia voluntaria de su predecesor Benedicto XVI (1927-2022), que constituyó en sí misma una innovación: Francisco fue el primer papa argentino, el primero procedente del Nuevo Mundo y el primer pontífice no europeo desde Gregorio III (731-741), papa de origen sirio en el siglo VIII.

También es el primero en acceder al pontificado soberano procedente de la orden de los jesuitas, cuya real o imaginaria influencia sobre la Santa Sede ha sido notable, lo que también lo convierte en uno de los muy pocos papas (20 de 266) que provienen de una congregación religiosa, el primero desde el muy conservador Gregorio XVI (papa de 1831 a 1846, proveniente de la orden de los camaldulenses).

Por último, fue el primer papa en adoptar el nombre de Francisco, en referencia explícita a la figura profética de San Francisco de Asís (1181-1226), y así el primero en elegir un nombre inédito desde hace más de un milenio, después de Landon, uno de sus predecesores más oscuros (papa de 913 a 914). 

El nombre de Francisco ya era todo un programa: al inscribir su figura en la estela del Poverello de Asís, desde hace mucho uno de los santos más populares a escala de la Iglesia universal, Jorge Mario Bergoglio quería mostrar que hacía suyo, al tiempo que lo reinterpretaba, su ideal de atención primordial a los excluidos, así como de reforma radical de la Iglesia mediante el retorno a la simplicidad evangélica.

Del mismo modo, en la relación de asombro que el autor del Cántico de las criaturas mantenía con la Creación, Francisco quiso discernir los primeros indicios de preocupación ecológica por la «casa común», que él mismo puso en el centro de su pontificado. Francisco se ha concebido y ha querido mostrarse como un papa de ruptura.

Si bien muchos jerarcas católicos, como él mismo en ocasiones, han destacado a veces las formas de continuidad inevitable con sus predecesores inmediatos, es la ruptura la que prevalece. Incluso se puede afirmar que el papa Francisco parece una figura muy diferente, no solo de Juan Pablo II y Benedicto XVI, sino incluso de todos los demás papas desde el fin de los Estados Pontificios en 1870, o incluso desde la Revolución Francesa: en su concepción del papado, ciertamente difiere más de ellos mismos de lo que ellos diferían entre sí.

A las novedades formales que representó su elección -vistas como accesorias, pero en el fondo muy significativas de las reconfiguraciones de la Iglesia-, corresponden, por tanto, innovaciones voluntarias, que conviene explicar profundizando en la personalidad de Jorge Mario Bergoglio, el hombre y el sacerdote antes que el papa.

La vocación de un jesuita

Jorge Mario Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, en el popular barrio de Flores. Es el mayor de una familia de cinco hermanos (una hermana aún vive). Su padre, Mario José Bergoglio, es un inmigrante italiano de primera generación, originario del Piamonte, que llegó a Argentina unos diez años antes para trabajar como contable en el servicio ferroviario; y aunque su madre, Regina Maria Sivori, nació en Argentina, ella misma es hija de inmigrantes italianos procedentes de Liguria.

Debido a esta doble ascendencia nórdico-italiana, común a muchos argentinos, Jorge Mario Bergoglio hablará italiano con fluidez, aunque con un ligero acento, siendo el español su lengua materna, y estará inmerso en una cultura familiar ampliamente europeizada: estos dos hechos no son en absoluto anodinos para una Curia todavía dominada por italianos en el momento de su elección, y sin duda han influido en ella, ya que atenúan la impresión de ruptura producida por la elección de un no europeo.

Su entorno familiar lo vincula, por tanto, a las clases medias bajas, en el límite entre la pequeña burguesía y los medios más populares, marcados por una fuerte devoción mariana, transmitida por su abuela materna. Realizó sus estudios secundarios en el colegio privado salesiano de Ramos Mejía, en los suburbios cercanos a Buenos Aires, pero fue en la iglesia de su barrio donde, a los diecisiete años, adquirió la convicción de su vocación religiosa, después de una confesión en la que, según sus propias palabras, tuvo una «revelación de la misericordia de Dios».

No es de extrañar, por tanto, su insistencia en este concepto central, la capacidad de Dios para perdonar los errores humanos, a lo largo de su pontificado. Estaba prometido con una joven, pero decidió romper ese compromiso para entrar en los órdenes. Sin embargo, pospuso inmediatamente su entrada en el seminario para comenzar estudios superiores en la Escuela Nacional de Enseñanza Técnica, donde obtuvo un diploma de técnico en química.

Durante esos años de estudio, trabajó en varios pequeños oficios para mantenerse, entre ellos, el de cadenero en un sórdido club nocturno de Córdoba, sin duda inusual para un futuro papa. También durante ese mismo periodo tuvo graves problemas de salud, hasta el punto de que le extirparon la parte superior del pulmón derecho a causa de una neumonía. Le quedó una gran fragilidad respiratoria. Fue en la iglesia de su barrio donde, a los diecisiete años, adquirió la convicción de su vocación religiosa. (Eso explica el motivo de sus enfermedades y de su deceso). CONTINUARÁ.

Periodista y escritor; presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE; secretario de Desarrollo Social de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP; presidente fundador y vitalicio honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional, Académico de Número y director de Comunicación de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG. Agradeceré sus comentarios y críticas en teodororenteriaa@gmail.com Nos escuchamos en las frecuencias en toda la República de Libertas Radio. Le invitamos a visitar: www.felap.infowww.ciap-felap.orgwww.fapermex.org, y el portal: www.irradianoticias.com

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