No cabe duda que la roña, la flojera y la Covid son contagiosas. Como tampoco que el que anda con lobos a aullar se enseña. Aunque un par de décadas tarde, pero el PRI ya se dio cuenta que el Neoliberalismo es un modelo agotado. Claro, después de que hasta los economistas más conservadores lo han reconocido, miles de millones de personas lo han padecido y lo rechazan en ya en cualquier parte del mundo. Descubrieron, hace unos días, iluminados por sus encumbrados e impunes dinosaurios, que la defensa de la política económica, aceptada e impulsada por su antes gurú, Carlos Salinas de Gortari, no haría más que acabarlos de enterrar.
Hasta nombre le quisieron poner. Así como trataron varios de poner nombre a su política sexenal, el PRI le quiso poner, por órdenes de Salinas, “liberalismo social”. Concepto sacado de la manga, sobre el que pusieron a las plumas pagadas por el sistema a escribir en donde se pudiera.
Pero ni ese, ni la “renovación moral” de Miguel de la Madrid, tuvieron la atención que ahora ambiciona el de la “cuarta transformación”, cuya intención es dar por sepultada al de la Revolución Mexicana, que ya se habían encargado de matar y enterrar, mucho tiempo atrás, los que se decían familia y herederos de la gesta de inicios de siglo, que costó por ahí de un millón de muertos, pero que en el fondo no cambió más que de manos el poder, acelerando la migración del país hacia el sistema capitalista, con la breve pausa que significó para ello la política, en varios sentidos socialista, de Lázaro Cárdenas, pero que una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, con Estados Unidos como la potencia capitalista más poderosa del mundo, no pudo ser proseguida. Ya no lo permitieron los gringos, y la historia, no la oficial, sino la real, tiene ahí los registros de la lucha contra los rojillos, o su cooptación, que duró hasta los años setenta.
Sepultada la idea de la revolución mexicana, que ya no decía ni vendía nada a las nuevas generaciones, por los enterradores creados por el mismísimo sistema hegemónico del PRI, ahora la apuesta de López Obrador es hacer que trascienda su ocurrencia de la “cuarta transformación”, equiparándola a dos revoluciones -la de independencia de la monarquía española y la de la lucha contra el feudalismo conservador, disfrazado de progresismo, legalidad, paz y democracia, de Porfirio Díaz, quien supo vender tan bien su dictadura que hasta fue llamado el “héroe de la paz”- y lo que fue una transformación a medias, en el sexenio de Lázaro Cárdenas, cuyas reformas constitucionales con el nombre de “socialistas” fueron borradas, poco tiempo después, por completo.
Cárdenas no logró transformar al país, ni en lo económico ni en lo político, pero sí dejó avances sustantivos, acordes a la responsabilidad del Estado para garantizar servicios de bienestar para el pueblo, muy en boga en su época y en las décadas siguientes, prácticamente, en todos los países capitalistas. O sea, no dejaron de ser capitalistas, pero integraron elementos del Estado de Bienestar que, por ser una variante del capitalismo, de cualquier manera, tenía que colapsar y colapsó con el paso de los años.
Ahora AMLO quiere vender una idea. La cuarta transformación, que no ha transformado nada de fondo. Quiere relevar al neoliberalismo, cuando ni siquiera fue una bandera política, sino una herramienta económica, fallida para la mayoría, pero muy útil para unos cuantos. AMLO no quiere cambiar al sistema, es un farsante conservador y neoliberal que quiere poner a ese mismo sistema a su servicio, para quedar en la historia como un transformador, pero hasta el momento al sistema y a la forma en que gobierna, lo que él llama la mafia del poder, no le ha tocado ni un pelo, al contrario, ha fortalecido el presidencialismo, todavía más autoritario que en la época de oro del PRI.
Y para iniciados
La visita a Morelos de Mario Delgado, títere de AMLO, educado en instituciones que detesta su jefe, o sea, de formación neoliberal, es decir, según el peje, que fue a escuelas privadas para que le enseñaran a robar, tiene una lectura que no quieren ver los morenistas ni el gobierno. Dígame usted quiénes fueron los ausentes… claro, los que han jugado con Monreal y en los fracasados partidos satélites sin dejar su jugosa curul en Morena. Por ejemplo, Lucy Meza, cada vez más lejos de una siguiente candidatura, caída del cielo, porque méritos, habría que preguntar cuáles.
¡Que tenga un excelente día!
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