- Navidad de unión: familias llevan esperanza al Hospital General de Cuernavaca
La noche del 24 de diciembre, mientras la mayoría de los hogares de Cuernavaca se llenaban de festejos, en el Hospital General «José G. Parres» se vivió una celebración distinta, marcada por la solidaridad y el apoyo mutuo. Decenas de familias, armadas con comida, bebidas calientes y palabras de aliento, se congregaron para acompañar a quienes enfrentaban momentos de incertidumbre junto a sus seres queridos hospitalizados.
La familia Dezaida, oriunda de Cuernavaca, convirtió su tradicional cena navideña en un acto de empatía. Lourdes Dezaida, integrante del grupo, compartió: “Sabemos que estas fechas pueden ser muy difíciles. Queremos que las personas sientan que no están solas, que hay alguien pensando en ellas”. Con su adobo, espagueti y café, lograron repartir algo más que alimentos: entregaron consuelo y esperanza.
Nancy Juárez y su familia, acostumbradas a acudir en fechas especiales, llevaron atole de nuez como agradecimiento por las bendiciones recibidas. “Nosotras hemos pasado noches como estas en hospitales, y entendemos las necesidades de quienes están aquí. Esto es nuestra forma de retribuir”, comentó Nancy, mientras repartía vasos calientes con una sonrisa.
Antonia Vélez, junto a su esposo Erasmo Pedroza y sus hijas, llegó con pasteles para endulzar la noche. «Un poco de dulzura no solo alegra el corazón, sino que también suaviza el alma en momentos de espera», reflexionaron.
Otras familias se unieron con tamales, tortas y panes, incluso habilitando un pequeño comedor comunitario. Este espacio no solo ofreció un plato caliente, sino también la calidez de compartir entre desconocidos unidos por las circunstancias.
La solidaridad también alcanzó a quienes pernoctan en los alrededores del hospital, como personas en situación de calle, quienes agradecieron profundamente estos gestos de humanidad.
La noche culminó con la llegada de Santa Claus, que, entre sonrisas y abrazos, recordó el verdadero espíritu de la Navidad: el amor y la generosidad.
Estas acciones, sencillas pero significativas, transformaron una noche de incertidumbre en una celebración de unión y esperanza. Para quienes aguardaban noticias de sus familiares, el mensaje fue claro: aún hay bondad en el mundo, y en los momentos más difíciles, siempre hay manos dispuestas a ayudar.
