El primer caso de COVID se registró oficialmente aquí en nuestro país el 28 de febrero de 2020. Así empezó esta pesadilla.
La frase “Quédate en casa”, usada como insignia de las medidas preventivas de México durante la pandemia de covid-19, data de la época de la Colonia, cuando se hablaba de protegerse de la peste, el tifus o la rabia, y se volvió a usar en marzo de 2020.
Un dato importante es que la Dirección General de Epidemiología, oficina encargada de mitigar los riesgos en la salud pública, recibía un recorte de 50 millones de pesos para el ejercicio de sus atribuciones en 2020.
Tampoco se logró “aplanar la curva”. Llevamos hasta hoy cuatro olas de contagios que han significado la muerte, según las estadísticas oficiales, de 317 mil mexicanas y mexicanos. Cabe recordar que el criterio de ocupación hospitalaria fue en el que descansó el semáforo epidemiológico con el que se manejó la pandemia prácticamente el primer año.
El dato de camas disponibles era esperanzador y quizás pudo resolver en principio la demanda de atención médica.
Pero después de unas semanas, el prestigiado diario The New York Times (diciembre de 2020) dio a conocer que fueron miles de mexicanas quienes, desafortunadamente, murieron en sus casas: “rechazadas por los hospitales públicos y sin recursos para pagar las clínicas privadas, un número creciente de mexicanos está muriendo en casa”.
Como consecuencia de estas defunciones, en un estudio de la revista The Lancet se reportó que esta tragedia dejó a miles de niños en estado de orfandad. En México han quedado en la orfandad 131 mil 325 niñas y niños, quienes han perdido a su padre, madre o a ambos, y ocupa el primer lugar con menores de edad que han perdido a su cuidador principal, con 141 mil 132 casos, destaca esta investigación publicada en la revista británica.
Desde mi punto de vista, una de las fallas principales de esta administración ha sido la comunicación sobre los riesgos en salud pública.
La comunicación de la autoridad ha sido fallida e improvisada.
El modelo de comunicación actual está agotado porque no han logrado mitigar los contagios ni las defunciones.
También está como ejemplo la absurda posición de no vacunar a los menores de edad entre 5 y 11 años cuando la vacuna Pfizer-BioNTech fue aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y los organismos reguladores de Estados Unidos (FDA/CDC) para la aplicación de dos dosis.
Se necesita mejorar el acceso a la salud para que las mexicanas no realicemos gastos de bolsillo, no se difieran nuestros tratamientos y tengamos acceso a los medicamentos de forma puntual. Debemos, pues, pensar en la salud.
Y así también, en México surgió la otra pandemia, la de la violencia familiar.
De esa, hablaremos después.