El gobernador de Morelos durante el periodo 2012-2018, Graco Ramírez Garrido Abreu, ubicó al transporte público con y sin itinerario fijo, así como a la movilidad en todos los municipios, dentro de las políticas fundamentales de la administración. Y en los primeros meses de su gestión (en el año 2013) creó la Secretaría de Movilidad y Transporte ampliando las facultades y obligaciones de la antigua dirección general del ramo. En la actualidad, la SMyT tiene la potestad de la Dirección General de Control Vehicular, que en el sexenio anterior le fue transferida a la Secretaría de Hacienda del Estado.
Sin embargo, Graco Ramírez no cristalizó el surgimiento del Instituto Morelense del Transporte, con estudios y programas más enfocados al tema de la movilidad y no simplemente al aspecto administrativo que se deriva de las miles de concesiones de “rutas”, taxis y porteadores de carga existente hasta ahora. Asimismo, le causó enorme desgaste político el proyecto del “Macrobús” que mucho menos pudo conseguirse debido al terremoto de septiembre de 2017, cuando fue necesario redireccionar los recursos destinados a ese nuevo sistema de transporte, a la reconstrucción.
La Secretaría de Movilidad y Transporte de Morelos, desde el 1 de octubre de 2018, está a cargo de Víctor Mercado Salgado, quien durante los sexenios de Sergio Estrada Cajigal y Marco Adame Castillo fue precisamente director general de Control Vehicular. Ahí tuvo comunicación con los más conflictivos dirigentes transporteriles de esta entidad federativa, de cualquier región. Es decir: este funcionario sabe de qué pie cojean esos sempiternos líderes de rutas y taxis.
En esta ocasión, cuando el gremio transporteril está afectado por la reducción de la movilidad a causa de la pandemia, pero también las autoridades estatales que están impedidas financieramente para incentivar al sector, quiero referirme al tema del transporte público de pasajeros con itinerario fijo, mejor conocido con el nombre de “rutas”.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Los primeros empresarios morelenses en la rama del servicio público de pasajeros jamás vislumbraron que el sector se llenaría de intereses económicos y políticos. No lo hicieron porque en 1897, cuando nació, las condiciones eran muy distintas.
William T. Pritchard y Eugenio J. Cañas, con el apoyo del gobierno, crearon en aquel entonces los tranvías de mulitas de Cuernavaca, pero nunca supusieron que más de un siglo después las autoridades estatales estarían a merced de los prestadores del servicio.
Aquellos tranvías se crearon a partir del movimiento migratorio que generó la operación del ferrocarril México-Cuernavaca. Su ruta era de la estación (en la colonia Los Patios de la Estación) a la Plaza Juárez, en el centro citadino. Las vías fueron construidas sobre la calle que hoy conocemos como Leandro Valle la cual, por cierto, no tiene ningún declive, hasta confluir con Matamoros en la antigua glorieta de los Niños Héroes. De ahí en adelante principia el desnivel hasta la calle Abasolo.
La operación de los tranvías se interrumpió en varias ocasiones por la Revolución, reanudándose hasta 1928 con regularidad. Este medio de transporte finalmente desapareció por la competencia que ya existía desde 1920 con coches Ford (de pedales) cuyo recorrido era el mismo de los tranvías.
También funcionaban las carretelas o calandrias en dicho derrotero. Los primeros «permisionarios» fueron Mauricio Galindo, Jesús Gómez, Cayetano Torres y Juan Gándara, según explica Valentín López González en su libro «Cuernavaca: visión retrospectiva de una ciudad».
Miguel Arozarena, Juan Viveros, Francisco Alvarez y la familia Rubí establecieron en 1921 el primer sitio de automóviles de alquiler. Eduardo Flores operó en 1929 el primer servicio colectivo con una camioneta de 8 pasajeros marca Ford, de pedales, y hacía el mismo recorrido a la estación del ferrocarril. En 1931 el señor Marcelo Rodríguez puso en funcionamiento varias camionetas del Zócalo a Chapultepec, que era un sitio turístico.
En 1940 Crisóforo Ocampo, Fernando Alba y Eduardo Mendoza establecieron rutas hacia Buena Vista, El Salto, Acapantzingo y otras colonias. La empresa se llamaba Circunvalación y en 1953 se asoció con una nueva línea organizada por los hermanos Rubí. El mismo año se fundó otra para dar servicio a toda la ciudad, extendiéndose hacia Jiutepec y Atlacomulco.
A principios de 1960 las líneas habían crecido notablemente, al ritmo de Cuernavaca y su zona suburbana. Operaban como sindicatos patronales. Se recuerdan como importantes permisionarios a los señores Agustín Pedraza, Ezequiel Ocampo Uribe, Gildardo Legorreta Solórzano, Ramón Lara, Luis González y otros. En Cuautla sucedía lo mismo. Juan Peña Chávez era de los permisionarios más relevantes. Varios de ellos ocuparon cargos de elección popular por designación del gobernador en turno, siempre priísta. MAÑANA LE SEGUIMOS.