La Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, así como varios funcionarios suyos, continúan soportando hasta ahora el peso y la responsabilidad que implicó el colapso de la Línea 12 del Metro, Estación Tláhuac, acaecido el 3 de mayo de 2021, lo cual también salpicó a Marcelo Ebrard, hoy titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en cuya administración (2006-2012) se construyó la citada vía de comunicación.
El siguiente jefe de Gobierno (después de Ebrard), fue el perredista Miguel Ángel Mancera, actual senador de la República, quien también está implicado. Los tres han sido señalados por corruptelas en la ejecución de la obra y no otorgarle el mantenimiento adecuado. Sin embargo, al menos Sheinbaum y Ebrard tienen la absoluta protección del presidente Andrés Manuel López Obrador, y por ello el escándalo tras la muerte de 24 personas no les ha afectado… todavía. Habremos de ver los acontecimientos allende el año electoral 2024.
Lo ocurrido ayer en el Paseo Ribereño de la Barranca de Amanalco, en las inmediaciones del Jardín Porfirio Díaz (cerca de “El Calvario”), fue algo semejante. En caso de que la Fiscalía Especializada Contra la Corrupción, a cargo de Juan Salazar Núñez, llegue “hasta sus últimas consecuencias”, indudablemente repercutirá de manera negativa en el gobierno de Cuernavaca, a cargo de José Luis Urióstegui Salgado, de la misma forma en que afectó al gobierno y la imagen de Claudia Sheinbaum. ¿Qué pasó?
Un puente colgante inhabilitado y clausurado por Protección Civil Estatal en septiembre de 2021, recientemente fue abierto. Se le colocaron maderas nuevas y presuntamente se le dio “una manita de gato” a su estructura, a pesar de que su construcción se realizó durante la administración del finado Alfonso Sandoval Camuñas, alcalde de Cuernavaca entre 1994 y 1997. Murió siendo diputado federal en 1998 y por eso el Paseo Ribereño lleva su nombre.
El ahora famoso puente colgante data de esa época y ayer, durante su reinauguración, se desplomó justo cuando por encima de él caminaban Urióstegui Salgado, su esposa, varios miembros del Cabildo, funcionarios municipales, invitados especiales y comunicadores. Todos cayeron al fondo de la barranca desde una altura de cuatro a cinco metros. Algunos tuvieron lesiones importantes, pero la mayoría fue dada de alta casi de inmediato. Para poder habilitarlo, el Ayuntamiento actual recibió presuntamente un donativo de alguien con apellido extranjero (al parecer Duster).
Quizás con esos recursos se compró el nuevo tablado y se pintó, pero es aquí cuando surgen las inevitables preguntas: ¿Hubo antes un peritaje de protección civil municipal para determinar el peso que soportarían los cables? ¿Estaban debidamente afianzados en estructuras capaces de resistir, por ejemplo, el paso simultáneo de 20 a 30 personas, como sucedió la víspera? Lo fundamental: ¿Solo fue objeto de un maquillaje? ¿Alguien (indudablemente vinculado a la actual Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas) nunca previó el paso de tantas personas a la vez? Etcétera, etcétera. Son cuestionamientos que deberá responder la Fiscalía a cargo de Juan Salazar Núñez y proceder en consecuencia.
El año pasado los gobiernos estatal y el municipal convinieron aplicar recursos etiquetados del Fideicomiso Ejecutivo del Fondo de Competitividad y Promoción del Empleo (Fidecomp) en la rehabilitación del Paseo Ribereño, a propuesta de la administración a cargo de Antonio Villalobos Adán. El lugar cuenta con dos puentes: uno peatonal y otro colgante; éste último fue el que colapsó ayer. El proyecto integral corrió a cargo de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Púbicas municipales de Villalobos Adán.
El convenio inició en marzo de 2021 y concluyó en septiembre del mismo año, con la participación limitada del Fidecomp. Se construyó, pues, el puente peatonal ubicado bajo el antiquísimo y varias veces cimentado puente vehicular “Porfirio Díaz”, para sustituir el que existía y que fue demolido por deterioro del sismo de 2017 y el desgaste natural.
Lo siguiente debe quedar bastante claro: el puente colgante que desafortunadamente se desplomó ayer no estuvo incluido en el proyecto, insisto, ejecutado por el gobierno municipal otrora a cargo de Toño Villalobos. Ambos gobiernos, estatal y municipal, decidieron clausurarlo y le colocaron varillas, así como indicativos de protección civil para prohibir el paso de personas.
Es importante recordar que, desde la construcción del Paseo Ribereño en el periodo de Alfonso Sandoval Camuñas, siempre se ha sabido que cuando la Barranca de Amanalco presenta crecientes de agua en las temporadas intensas de lluvias, es inundado y no puede utilizarse. Se comprenderá entonces que las maderas, por el paso del tiempo, estaban muy deterioradas hasta que Urióstegui tuvo una lanita, producto del supuesto donativo, y autorizó su “reparación”. Insisto: lo anterior lo escribo de manera especulativa y deberá indagarlo la Fiscalía de Juan Salazar Núñez. Pero la reapertura y la “chaineadita” corrieron a cargo de funcionarios del actual gobierno municipal.
Nunca José Luis Urióstegui se hubiese atrevido a poner en peligro la vida de su esposa, de su comitiva, de servidores públicos, de sus invitados y de periodistas. Pero alguien no hizo bien su trabajo y debe ser sancionado, inclusive penalmente, si hubo delitos que ameritan penas corporales. Se deberá mandar citar o detener a un irresponsable vestido de negro que brincó como colegial frente al paso de la comitiva, pero él no será el único responsable. Estaremos atentos a los acontecimientos y después diremos.