Al paso de los años, el legado político de quien fuera presidente de la República Bolivariana de Venezuela se siente con toda su fuerza en México. Hugo Chávez Frías, fallecido en el 2013, a causa de un padecimiento de cáncer que lo obligó a no participar de nuevo en las elecciones, designó para sucederlo en el cargo a Nicolás Maduro Moros.
Debemos señalar que el único hijo varón de Chávez, Hugo Rafael, en el momento de la muerte de su padre, contaba con 29 años, carecía de experiencia política y difícilmente podría haber logrado la aceptación de las cúpulas del chavismo, particularmente la militar. En cambio, Maduro, nacido en 1962, 22 años mayor que Hugo Rafael, que se presenta y presentaba literalmente como “hijo y apóstol de Chávez”, había sido dirigente sindical, diputado presidente de la Asamblea Nacional y Canciller. Siempre bajo las órdenes de Chávez, a quien profesaba fe y devoción absoluta. A diferencia de Chávez, Maduro ya prepara a su hijo, conocido como Nicolasito, a quien ya hizo diputado y funcionario en cargos menores, así como miembro de la delegación oficial que lleva a cabo las negociaciones con la oposición en México.
Más allá de eso, una de las herramientas útiles para comprender los alcances del populismo, constituido en gobiernos que se autodenominan progresistas, es la comparación de sus sistemas políticos, pero más por su funcionamiento en la práctica, que por sus formalidades jurídicas. A tal grado ha intentado el gobierno autoritario venezolano de dar la apariencia de que viven una democracia en toda regla, que la Constitución chavista no sólo reforzó en el papel la división y el equilibrio de poderes, sino los dividió todavía más. No son tres, sino cinco los poderes constitucionales, siendo uno de ellos el electoral, aunque en la realidad todos siguen los dictados del presidente, lo que conculca la intención democrática que pudiera existir en la ley.
Maduro ya no tuvo que hacer el trabajo de polarizar a la sociedad venezolana, eso lo hizo Chávez. En forma similar a como está sucediendo en México, los rendimientos petroleros, y casi todos los demás, fueron utilizados por Chávez para impulsar sus programas asistencialistas, que tuvieron efectos positivos en el combate al analfabetismo y la reducción de la pobreza, en sus primeros años, pero que fueron insostenibles al paso del tiempo, toda vez que los precios del petróleo tuvieron variaciones significativas y no se desarrolló una infraestructura ni condiciones para el crecimiento y el desarrollo. A Maduro ya le tocó continuar y aprovechar la simpatía que genera en el ánimo de los electores el discurso populista, con el que del 70% de pobres se gana alrededor del 55% de las preferencias electorales, suficiente para permanecer en el poder. No todos los pobres están con Maduro, ni todos los acomodados en contra.
También como en México con los amlistas, los chavistas son heterogéneos. Parte comparten la ideología del igualitarismo que promueve la nueva edición ideológica que denominamos hoy progresismo de izquierda, pero otros están ahí por conveniencia a sus intereses, particularmente los económicos, como se puede apreciar entre los empresarios que apoyan al régimen y, a la vez, se ven favorecidos. Otro parangón, aunque los antecedentes militares de Chávez lo facilitaron, es la íntima relación política y económica que se fraguó con las cúpulas castrenses. Pero lo más destacable, es la estrategia de comunicación, basada en los resultados de las encuestas que diariamente hacen y analizan un grupo de venezolanos para Andrés Manuel. A usted y a mí, nos parece que el presidente desvaría en sus mañaneras, como sucedió con Chávez, que hacía algo muy similar durante su gestión. Pero no, repite como loro lo que indican las encuestas que debe repetir, se desdice y miente a propósito para manipular las emociones de la parte del pueblo a la que va dirigido su discurso. Nos cuesta mucho, pero mucho dinero lo que hacen estos venezolanos para AMLO. Así, ahí está parte del legado de Chávez en México, hasta con las mismas frases de “yo ya no me debo a mí”, “amor con amor se paga” y demás, que usted ha oído hasta el cansancio.
Y para iniciados
Interesantes declaraciones de Rosario Robles en la entrevista exclusiva que dio para El Universal. No aporta elementos que pudieran hacernos pensar que es inocente, pero sí que una consigna pesa sobre ella y la mantiene en prisión preventiva, convirtiéndola en un posible caso de persecución política. Como sea, la comparación entre el caso Lozoya, delincuente confeso en libertad y Robles, bajo proceso en prisión preventiva ya por dos años y medio, nos deja claro que la justicia en este régimen no es pareja.
¡Que tenga un excelente inicio de semana!
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