EL FUTURISMO (II)

Por Irradia Noticias

Dos años y 17 días le quedan al periodo presidencial de Andrés Manuel López Obrador. No terminará el 30 de noviembre de 2024 para entregar el Poder Ejecutivo federal a su relevo, como sucedió en el pasado, sino el 30 de septiembre del mismo año. Así las cosas, el próximo 1 de octubre López Obrador iniciará su penúltimo o quinto año de gestión administrativa.

Si volteamos la mirada hacia el 1 de diciembre de 2018, cuando AMLO tomó posesión, percibiremos que el tiempo ha transcurrido demasiado rápido. 

Y sobre tal escenario, el presidente de la República está quedando a deber infinidad de promesas hechas en la Plaza de la Constitución de Ciudad de México, al convertirse en primer mandatario de la nación y comandante supremo de las fuerzas armadas. Uno de muchísimos ejemplos es la conversión del sistema de salud pública, “mejor que el de Dinamarca”. Cualquier usuario de las instituciones médico-hospitalarias del gobierno mexicano puede confirmarlo. IMSS, ISSSTE y demás organismos oficiales, están en decadencia. Aún así, AMLO sigue asegurando que “en un año más” los mexicanos tendremos el mejor sistema de salud pública del mundo, así como ha expresado que el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA) está entre los tres mejores de América Latina, lo cual no es así.

López Obrador no concluirá su gobierno el primero de diciembre de 2024 debido a que así se estableció en la legislación electoral reformada el 10 de febrero de 2014. Dicha modificación fue aprobada al considerar que la duración de la transición gubernamental restaba eficacia a las acciones del gobierno siguiente e impedía al nuevo presidente incidir de manera decisiva en la confección del Paquete Económico para su primer año de mandato. Aquí es importante comentar que la elección presidencial será el domingo 2 de junio de 2024. Cuatro meses después López Obrador entregará la banda presidencial a su relevo.

El preámbulo anterior me sirve para entrar al tema de hoy, que es continuación de la columna de ayer referente al futurismo político en Morelos. Desde mi particular punto de vista todo se relaciona con la Teoría de Juegos, la cual es un área de matemática aplicada que utiliza modelos para estudiar interacciones en estructuras formalizadas de incentivos (“juegos”). La teoría es muy útil para la economía y contribuye a comprender más adecuadamente la conducta humana frente a la toma de decisiones. La Teoría de Juegos, por lo tanto, es una herramienta socorrida por quienes hacemos ejercicios prospectivos y aplicamos, además, la teoría de escenarios. Todo, absolutamente todo, tiene como base EL TIEMPO.

Alguna vez le escuché decir a mi inolvidable amigo y enorme político morelense Marcos Manuel Suárez Ruiz: “Mi vida la voy construyendo por trienios y sexenios”. Se trataba, pues, de un político profesional. Y como el 1 de septiembre del año próximo comenzará el proceso electoral constitucional federal, ¡esto urge, señoras y señores! El tiempo se diluye en nuestras manos de manera vertiginosa.

Tomando como base recientes encuestas cuyo objetivo, a estas alturas del juego, es medir las preferencias electorales (si los comicios fueran hoy, etcétera), sin temor a equivocarme puedo asegurar que el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), es decir el partido de López Obrador, ganará la Presidencia de la República, con cualquiera de las corcholatas de sobra conocidas. Las “oposiciones” (así les llamaba Marcos Manuel) son auténticos desechos. Tres partidos, PRI, PAN y PRD, están haciendo agua en su aspiración de conseguir un candidato electoralmente rentable. Y alguien en Palacio Nacional emite estridentes carcajadas.

En Morelos el partido Morena también lleva mano. 

Van entonces los nombres de quienes podrían ser el candidato o la candidata morenista a la gubernatura: el ex senador Rabindranath Salazar Solorio quien, según mi óptica, es el candidato “natural”, aunque pudieran hacerlo a un lado; Juan Salgado Brito, coordinador de Enlace de la Dirección de Operación y Evaluación del IMSS; David Jiménez González, embajador de México en Honduras; Margarita González Saravia, directora general de la Lotería Nacional; Lucía Virginia Meza Guzmán, senadora por Morelos; las diputadas federales Alejandra Pani Barragán y Juanita Guerra Mena; y la diputada local Paola Cruz Torres. No descartaré al senador Sergio Pérez Flores, ni al Secretario de Movilidad y Transporte, Víctor Aureliano Mercado Salgado, quienes serían, al igual que algunas de las damas mencionadas, candidatos disruptivos. ¿Y por qué no agregamos a otras dos damas? ¡Total! Todo puede suceder. Ellas son funcionarias del gobierno estatal, que para fines prácticos apoya a la 4T: la doctora Ana Cecilia Rodríguez González, titular de la Secretaría de Economía y del Trabajo, y a la maestra Adriana Pineda Fernández, titular de la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Alto Impacto de la FGE. Han demostrado más resultados que cualquier caballero. Lo verdaderamente relevante es que cualquiera de ellos y ellas se levantará con el triunfo la noche del domingo 2 de junio de 2024.

En el PRI no veo a un prospecto más fuerte que al senador Ángel García Yáñez, quien es de los cuadros priístas realmente populares. En el PRD no pasa nada todavía. En el PAN solo se observa al alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado. En el PES a la diputada Mirna Zavala Zúñiga. En el Partido Movimiento Ciudadano a la diputada federal Jessica Guadalupe Ortega de la Cruz. En el PT a la diputada local Tania Valentina Rodríguez Ruiz. En Nueva Alianza al diputado local Agustín Alonso Gutiérrez. Y pare usted de contar. ¡La caballada no está flaca, sino muerta en los partidos opositores a Morena! Mañana continuamos.

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