La extorsión, delito también conocido como cobro por derecho de piso, puede definirse como la presión que un individuo ejerce sobre otro para forzarlo a actuar de un cierto modo y, de esta forma, obtener un beneficio económico o de otro tipo.
La extorsión puede consistir en amenazas, intimidaciones o agresiones con la finalidad de doblegar la voluntad o el deseo de la víctima. Se trata de un delito y, como tal, se encuentra penado por la ley.
Por sus características, la extorsión se enmarca en los delitos pluriofensivos debido a que ataca más de un bien jurídico. No solo afecta a una propiedad del damnificado, sino también su libertad y su integridad física.
Este fenómeno obedece, principalmente a las siguientes causas:
Los grupos criminales se quedan sin elementos para la obtención de información precisa de sus víctimas y sin la infraestructura para mantenerlas y alargar el cobro del rescate.
El hecho de que no haya una víctima de por medio y que muchas veces el pago sea vía negocios dedicados a la transferencia electrónica de dinero, disminuye el riesgo de ser detenidos, ya que en muchos casos optan por no cobrar.
Algunos de los secuestradores y defraudadores han incursionado en este delito a través de enlaces externos ante la escasa restricción de las comunicaciones al interior de los centros penitenciarios. Al respecto cabe citar que, del total de extorsiones con amenaza de secuestro, entre el 80 y 90 por ciento de las comunicaciones tienen como origen los diversos penales. Los criminales recurren a las llamadas telefónicas con amenazas de daño a la víctima o algún miembro de su familia.
EXTORSIONES A RICOS Y POBRES
Las extorsiones en la zona metropolitana de Cuernavaca, según comentan policías veteranos, son cometidas por pandillas, no sólo a los comercios bien establecidos, los transportistas y a las familias acomodadas, sino también al más pobre, que con tal de no perder la vida es capaz de emprender el éxodo hacia Estados Unidos, sin importar que en su trayecto encontrará otras dificultades debido al estricto control migratorio en el extranjero.
La angustia comunitaria por la posibilidad de ser víctima del chantaje económico se explica porque aquella expresión criminal dejó de ser un riesgo contraído a personas de cierto nivel económico, para ampliar sus infames tentáculos hacia sectores sociales cuyos miembros subsisten penosamente con el salario mínimo o menos de ese ingreso, como pueden ser tortilleras, albañiles, pilotos, vendedores minoristas, dependientes del comercio y otras actividades.
Preocupa la irracionalidad, la brutalidad y la deshumanización que exhiben los extorsionadores al privar de la vida a personas de ingresos muy modestos que a causa de su manifiesta pobreza caen en incumplimiento de los pagos que deben satisfacer a las hordas delictivas como condición para no sufrir represalias.
Aparte del peligro permanente sobre la vida humana, esa extendida forma de coacción está teniendo otros graves efectos sobre el tejido social, como el aumento de la migración interna y externa, de numerosas personas que optan por el desarraigo para escapar del acoso. No obstante, quienes no tienen tiempo de elegir aquel camino y son asesinados, heredan la pesada carga de viudas y huérfanos.
