Como si no tuviéramos ya mucho de qué preocuparnos y en qué ocuparnos para lograr que Cuernavaca se recupere de lo mal que la han dejado los gobiernos municipales de los últimos trienios, ahora se suman las evidencias de una poda de árboles realizada fuera de toda lógica, atentando directamente contra la calidad de vida de los habitantes de la capital y que de paso afecta la imagen urbana, por supuesto en detrimento de sus atractivos turísticos.
De acuerdo con una fuente oficial del Ayuntamiento, desde la semana pasada la Fiscalía Ambiental de Cuernavaca, cuya titular es Karla Alicia Cruz Silva, ya se está encargando del tema de esta poda que dejará gravemente afectados muchos árboles en distintas partes de la capital. Sin embargo, ayer mismo este ecocidio continuaba. Hoy publicaré en mis redes sociales las fotografías que son evidencia de esta atrocidad.
Aunque el ecocidio -en tanto neologismo, es decir, una palabra de nueva creación- es un concepto cuyo contenido está en construcción con el objeto de hacerlo más preciso, los especialistas en materia ambiental coinciden en que fundamentalmente se le puede usar para referirse a daños o destrucciones masivas que pueden llegar a ser irreversibles cuando llegan al grado de rebasar la capacidad del ecosistema para recuperarse.
Los ambientalistas trabajan en el tema para lograr que el ecocidio sea tipificado como un crimen contra la humanidad, pues sobran las evidencias de las afectaciones al medio ambiente, el calentamiento global y la extinción de diversas especies. No es un asunto menor, ni para el mundo ni para Cuernavaca, todavía más cuando resulta claro que cada vez, cada año, sentimos cómo las temperaturas son más elevadas, sobre todo en las ciudades.
Respecto a la poda de árboles observada en Cuernavaca en estas últimas semanas, resulta que están dejando a los árboles, como decimos coloquialmente, pelones, contrario a las recomendaciones de los especialistas de que una poda no debe exceder el 25 o cuando mucho el 30% del follaje. Cortar más de la cuenta condena al árbol a morir. Esto ya sucedió con árboles que fueron podados de esa manera durante la pasada administración, como puede usted constatarlo en calles y avenidas.
Además, la poda debe hacerse cuando comienza la temporada de lluvias, no al principio del estiaje, o temporada seca, pues, por razones obvias, si el gobierno de Cuernavaca no cuenta con capacidad para satisfacer por completo la demanda de agua potable, menos podrá hacerse cargo del riego que necesitarán estos árboles para sobrevivir.
Las camionetas que transportan a quienes están llevando a cabo estas podas no están identificadas por logotipos que nos hagan saber si pertenecen a una empresa privada o a un órgano de gobierno. Resulta claro que tampoco se trata de una poda fitosanitaria. Lo cierto es que la cacareada Fiscalía Ambiental ni el órgano de comunicación social del Ayuntamiento de Cuernavaca han hecho ni dicho nada al respecto, mientras el daño y la preocupación sigue creciendo. Ahí pueden estar dos áreas que quizá deba tener en consideración el alcalde, José Luis Urióstegui Salgado, para exigir resultados o no renovar sus contratos.
Y para iniciados
A propósito del Ayuntamiento de Cuernavaca, las grillas en su interior, de unos grupos contra otros, las filtraciones, trascendidos y enconos podrían hacer que revienten los primeros escándalos mediáticos. Quizá le vendría bien al presidente municipal anticiparse, porque el fuego cruzado, entre su equipo de chile, dulce y manteca, producto de los compromisos de campaña y los personales, junto con el que le viene del gobierno estatal pueden empañar su desempeño. Y esa prevención es la transparencia y la rendición de cuentas, que por cierto va muy retrasada, pues ni la página Web del Ayuntamiento se ha terminado de construir, para que funcione correctamente.
La información es PODER!!!