De manera desaforada, en el primer sentido de esa palabra, se comportó la mayoría de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, al proteger a uno de sus integrantes, el exgobernador de Morelos y ahora legislador, Cuauhtémoc Blanco, para no ser procesado penalmente por las acusaciones que pesan sobre él por el supuesto intento de violación de una mujer, que en agravante es su pariente consanguínea.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el término desaforado como el “que obra sin ley ni fuero, atropellando por todo”.
Así, a pocos días de haberse celebrado el día internacional de la mujer y la lucha por la equidad, la justicia y el fin de la violencia contra ellas, en las postrimerías de marzo tuvo lugar el penoso espectáculo de un grupo de legisladoras arropando al acusado con la consigna siempre repetida pero en el caso profundamente desafortunada: “no estás solo”.
La frase está bien para apoyar a un líder político, a una figura simbólica por sus ideales y sus luchas. Pero ¿para un acusado de agresiones sexuales? En ese contexto, lo dicho suena como un coro de pandilleros.
Por desgracia, en los hechos tenían razón. En defensa del fuero parlamentario, ese blindaje en el que se refugian los políticos para no rendir cuentas de posibles delitos, se agruparon no sólo hombres y mujeres del grupo en el poder, sino incluso los diputados del otrora poderoso partido tricolor, con aviesas intenciones que merecen un análisis aparte.
Quien sí se quedó sola fue la víctima, ejemplo de que el discurso oficial de feminismo y sororidad tiene como primer límite que no se toque ni con el pétalo de un desafuero a alguien de la casta política dominante.
La denuncia que detonó el sainete que tan mal parados ha dejado a los congresistas, sin embargo sigue viva y en el futuro tendremos noticias. De ese tema y de una docena más de carpetas de investigación que la fiscalía estatal tiene pendientes de presentar contra el exmandatario y sus principales colaboradores, según se ha anunciado.