En una ocasión anterior quedé en comentar sobre los diferentes tipos de fanatismos que observamos, hoy en día, en la política mexicana. En especial los desatados por la ideología que busca hacer predominante el obradorismo en su autodenominada cuarta transformación.
Uno de los autores que más combatió al fanatismo en el periodo de la ilustración, fue el filósofo, abogado e historiador francés, François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire. Incluso puede considerarse que toda su obra estuvo dedicada a la lucha contra la intolerancia y el fanatismo.
Son muy conocidas sus palabras respecto a la intolerancia: “Podré estar en contra de todo lo que dices, pero daría mi vida por defender el derecho que tienes para decirlo”, afirmó. Aunque el fanatismo al que más se refirió fue al del tipo religioso, sentó las bases para la profundización por otros filósofos y para investigadores de otras áreas del conocimiento.
Voltaire calificó al fanatismo como una especie de locura, cruel y oscura. Dijo, “una enfermedad que se adquiere como la viruela”, es decir, por el contacto entre individuos. Y así es, en efecto, no obstante, sin ser necesariamente físico. Así es como se han contagiado de fanatismo los defensores a ciegas de la ideología de López Obrador, por ambigua y contradictoria que sea, pero ese es otro tema.
Luego de Voltaire, ha habido decenas de autores que trataron el tema con diferentes perspectivas: religiosa, sociológica, psicológica y política. En lo general, coinciden en algunos rasgos que caracterizan al comportamiento de los fanáticos y que van de la mano con el pensamiento intolerante que se niega de tajo si quiera considerar o pensar en opciones diferentes a lo que ellos plantean. El individuo fanatizado podrá escuchar, pero no entender, mientras su mente y su propio raciocinio se encuentre enajenado, en otras palabras, no sea su pensamiento libre, sino de otros, el que le ha sido inculcado, mediante el adoctrinamiento. Para eso sirven las mañaneras en realidad, más allá de informar, su objetivo es adoctrinar.
Siguiendo a los especialistas en el tema, podemos distinguir a los fanáticos por uno o más de los rasgos que los caracterizan, a saber:
El dogmatismo, pues sostienen creencias sin razonarlas, dándolas por hecho y justificándolas por sí mismas. Es lo que hemos escuchado de la entrega a ciegas de la lealtad a López Obrador o la creencia de que es una especie de elegido por Dios para sacar adelante al país, sin el mínimo cuestionamiento al respecto.
La intransigencia, que los hace rechazar cualquier análisis o crítica. Siempre tendrán otros datos o alguna forma de desviar la atención para no aceptar otras ideas. Ejemplos de ello sobran en la cuarta transformación.
El maniqueísmo y reduccionismo: No aceptan matices, o se está favor del pueblo o de la oligarquía, o eres fifí o pueblo bueno y sabio, o estás a favor de la transformación o eres conservador, o eres bueno o eres malo de “Malolandia”, dice Andrés Manuel.
La discriminación, contradictorio, porque en su discurso el presidente rechaza la discriminación y en los hechos la practica todos los días, señala, exhibe listas de nombres, fustiga, agrede y acusa sin pruebas.
Y, finalmente, el autoritarismo, reflejado en el continuo intento de imponer su cultura, preferencias y creencias, sus valores morales como si esos fueran universales y verdaderos. Ahí tienen a López Obrador hablando por horas, ensalzando la práctica del béisbol, gastando tiempo y recursos del Estado, en un afán incontenible de que se piense y se actúe tal como él marca la línea. Hoy un reportero se puso su gorra de béisbol para preguntarle a AMLO sobre la promoción del deporte. Y el presidente respondió que su deporte favorito es una loca pasión ¿Así o más claro?
Nada más le pido que reflexione y saque usted sus propias conclusiones.
Y para iniciados
Otros dos toritos que vienen para la comuna capitalina. La entrada en vigor en Cuernavaca de la recolección de basura, separada entre desechos orgánicos e inorgánicos, bajo la advertencia de que a quien no lo haga no le será prestado el servicio. ¿Cómo le harán? ¿Revisarán bolsa por bolsa en las calles para decidir si se la llevan o la dejan? Y el otro, las cinco mil luminarias que se comprarían con trece millones de pesos, en números redondos, a razón de 2,600 pesos cada una. No será difícil analizar si la calidad y el precio se corresponden y si eso responde a las necesidades financieras del Ayuntamiento.
La información es PODER!!!