La problemática nacional, entendida así, literalmente, como un conjunto de problemas, no tiene su origen en la administración de Claudia Sheinbaum Pardo. La presidenta no es responsable del crecimiento y expansión del crimen organizado, ni de la migración ilegal, así como tampoco lo es de cuanto pendiente y reto está teniendo para enfrentar y resolver. Son herencias de los gobiernos anteriores.
Lo mismo aplica con su inmediato antecesor, ya saben quién, con la diferencia de qué él sí es responsable no sólo de no haberlos resuelto, como se comprometió en sus tres campañas electorales, sino de llevarlos a una situación todavía peor a la del llamado periodo neoliberal. No importa si se esconde, minimiza o maquilla, los hechos comprobables y los propios datos oficiales así lo demuestran.
Pero, de lo que sí es responsable, Sheinbaum Pardo, es de la manera de enfrentarlos. Es decir, de las políticas públicas, sea por continuidad o reconducción, instrumentadas ya bajo su mandato. Eso comienza a notarse y, en temas tan sensibles como el combate al crimen organizado, en forma muy puntual, pues los resultados en la materia, con todo y haber sido producto de la presión de Donald Trump, son, con mucho, en menos de seis meses, mejores a los de todo el sexenio anterior.
Sin embargo, los frentes abiertos son varios: Teuchitlán, el caso Cuauhtémoc Blanco, las crisis financieras y operativas de Pemex y la CFE, el déficit público, los descubrimientosde corrupción en la compra de insumos y medicinas en Birmex, el desastre en curso de las elecciones para renovar la integración del Poder Judicial Federal, así como las negociaciones comerciales con Estados Unidos, seguirán siendo un dolor de cabeza para el gobierno federal.
Y no porque se hayan dejado de atender, sino porque la autocomplacencia, en otras palabras, el sentirse satisfechos al haberlos atendido, sin resolverlos en realidad, conduce al autoengaño, que de suyo nubla la objetividad e impide la autocrítica constructiva y regeneradora. Como todos los engaños, en algún momento, terminan por ser descubiertos y cuestionados.
Sin embargo, como se ha visto en materia de combate a los cárteles de la delincuencia organizada, la presidenta también tiene en sus manos la posibilidad de reorientar el camino en lo demás, incluso sin hacer referencia alguna a su antecesor, para no lastimar su supuesto legado, pero sí tomar las decisiones necesarias.
Y PARA INICIADOS:
Como en todas las declaraciones públicas en su defensa, Cuauhtémoc Blanco Bravoobtuvo de nueva cuenta resultados adversos, en las de ayer, frente a la Fiscalía de Morelos. Su pretensión de aparecer como un hombre valiente que acude por sí mismo a declararante el ministerio público se vio totalmente opacada. Primero, al ser cuestionado por hacerlo bajo el manto protector del fuero constitucional. Segundo, porque salieron a la luz los demás señalamientos, como el desvío de recursos públicos y sus vínculos con el crimen organizado. Y, tercero, porque difícilmente alguien cree en sus palabras. Mañana habrá una marcha y protestas, convocada por las colectivas, por primera vez en la historia de México, no en contra de la violencia contra las mujeres en lo general, sino para fustigar a un personaje en lo particular. Cuauhtémoc Blanco sigue y seguirá bajo la mira y, aunque no lo quiera, en calidad de piñata.
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