¿DE DÓNDE LLEGAN, A DÓNDE SE VAN?

Por Irradia Noticias

Son personas en situación de calle, aparecen de la nada, es claro que llevan meses sin asear, tienen la vista perdida, sus ropas viejas están impregnadas de mugre, su cabello son marañas gomosas, hablan solos, traen zapatos rotos o van descalzos, los envuelve un olor fétido a metros de distancia, de un día para otro se esfuman, nadie los extraña, pero llegan otros y otras.

Es muy común que personas más afortunadas evadan a las de situación de calle, que los ignoren, que su aspecto sucio, menesteroso, desamparado e indigente, les sea abominable, les provoque una afrenta humillante, les cause repugnancia, los juzguen y los usen como ejemplo de seres infrahumanos para obligar a los niños a obedecer y portarse bien.

¿De dónde llegan, a dónde se van?

Se les mira cerca de los mercados, terminales de camiones, debajo de puentes, en parques y glorietas. El estereotipo de la desgracia existencial es la misma: llevan el sello de pordioseros, mendigos, desharrapados, desechados del mundo, desheredados…

Hay jóvenes, hay mayores de edad, el sexo es indistinto. Esta clase de indigentes no es la que se mira en los cruceros, la que limpia vidrios, la que hace malabares; estos son otros, son los que están perdidos en el interior profundo de su propio mundo, en un interminable tobogán, cuando de pronto aparecen, se nota que están extrañados de estar en el lugar en el que se encuentran, como si alguien los hubiera traído por la fuerza de otro sitio geográfico y los abandonara aún más a su desproporcionada suerte.

A veces parecen estatuas, bajo el sol o la lluvia, no se mueven, se quedan mirando fijamente a un solo punto por largos periodos de tiempo, a veces están casi desnudos, otras veces llevan puesto un cargamento de ropa. Es evidente que padecen daños mentales.

Pero, ¿quién sabe de su pasado, quién puede dar sus antecedentes, narrar su historia, describir su infancia y su sonrisa, su nombre aunque sea, mencionar el punto de quiebre de estos anónimos seres humanos?

Sus ropas llenas de costras por suciedad, son como su propia casa de campaña, su residencia, sus mayores propiedades. Comen desperdicios. Los he visto hurgar en la basura y los perros los agreden porque los consideran competencia y les causan pavor; son en exceso pasivos, no se meten con nadie, pocas personas se compadecen y les regalan algo de alimento, beben los residuos de las botellas de agua o refresco. Duermen donde pueden pasar desapercibidos, se esconden de ese mundo que no los acepta y ellos no comprenden.

Cuando enferman, cuando se accidentan, cuando alguien los golpea ¿quién los atiende? ¿Cómo se curan? He visto a elementos de seguridad privada ahuyentarlos a palos sin pensar que pudiera ser un familiar extraviado. No hay empatía, no hay fraternidad, no hay compasión, algo de humanidad…

No hay programas sociales definidos que los contemplen, que los rescaten, quizá ayudar en verdad a un prójimo como estos no deja votos ni da lucimiento al proselitismo, por eso los hacen a un lado y los esconden, nadie habla de ellos en las campañas ¡Esto no se puede considerar un castigo divino! Así como aparecen, desaparecen. Hombres o mujeres, lo mismo da, están en el mismo riel de existencia. También, he visto menores de edad…

Hay rumores, pero solo son eso, rumores de que hay algo a lo que se le podría definir como políticas de “limpieza social”, -esto no es nada oficial-, pero consiste en que a estas personas en situación de calle que padecen de sus facultades mentales, las suben en camionetas cerradas y las trasladan de un estado a otro y las abandonan de madrugada y es por eso que de pronto aparecen donde antes no había nadie como ellos, nadie los conoce y están como expulsadas por la nada y así como llegan, desaparecen como tragadas por un repentino abismo y sin previo aviso llegan otras.

Es un espectáculo lleno de emociones encontradas para los menos solidarios con un semejante. Sirve de espectáculo para desahogar frustraciones, descargar traumas y carcajadas, comparar y presumir estatus, logros, triunfos y negar verdades de realidad social; ignorar este problema da pauta para enterrar y evadir la bondad y la indulgencia, la compasión, la comprensión, la tolerancia y el respeto… estoy seguro que ninguno de estos en desgracia, tuvieron como un plan de vida este fin o destino.

Estos congéneres, siempre están solos o solas… ¿De dónde llegan, a dónde se van?

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