• Predomina en Aguascalientes, Oaxaca, Sonora, Michoacán, Hidalgo, Coahuila y Jalisco
El terror comenzó en el planeta a finales del año 2019, el Covid, se catalogó como Pandemia, provocó una emergencia sanitaria internacional, le robó la vida a millones de personas y a otros más les dejó secuelas, se dijo que sería nuestra “nueva normalidad”, que este virus irremediablemente viviría a nuestro lado.
Para sacar a este incómodo inquilino de nuestro entorno, se investigaron vacunas y aparecieron algunas en tiempo récord y fue en mayo de 2023, cuando se declaró a nivel global que terminaba la emergencia sanitaria; pero ahora, apenas inicia 2024, y volvemos a tener noticias del virus porque en diversos estados del país, el número de infectados ya saturó la ocupación de camas de hospitalización general.
Aguascalientes, Oaxaca, Sonora, Michoacán, Hidalgo, Coahuila y Jalisco reportan el 100 por ciento de ocupación en hospitales del ISSSTE, IMSS y Servicios de Salud, y así lo confirma la misma Secretaría de Salud a través del “Sistema de Información de la Red IRAG” donde también se aprecia en sus gráficos, que estados como Guanajuato y Nayarit, van en ascenso con el 70 y 90 por ciento de ocupación y, en el caso de Morelos y la Ciudad de México, por fortuna, no figuran en la lista.
Eso no significa dejar de lado las medidas de prevención básicas como practicar la higiene de manos, usar una mascarilla de alta calidad de forma constante y correcta, mejorar la ventilación y mantener la distancia, cuando sea posible, de la persona enferma o que dio positivo para la enfermedad, y mucho menos, dejar de aplicar alguna de las vacunas realmente autorizadas y confiables.
No hay que olvidar que la experiencia en ese caótico trance de Pandemia nos dio pistas para tomar cartas en el asunto y prevenir la enfermedad y mucho tiene que ver con los hábitos alimenticios; ahora, se sabe que los fallecidos presentaban casos de comorbilidad y eso se entiende cuando una persona tiene dos o más enfermedades o trastornos al mismo tiempo y muchos portadores del Covid-19 tenían problemas de sobrepeso, diabetes, obesidad, hipertensión, alcoholismo y tabaquismo y eso fue un denominador común que fue detonante y repercutió en la sangre al volverla espesa o viscosa y desencadenó consecuencias como el colapso en el corazón y los pulmones.
La interrelación entre el corazón y el pulmón, es intensa y compleja porque se influyen mutuamente. Enfermedades cardiacas pueden dar lugar a hipertensión pulmonar que afecta finalmente al propio corazón y enfermedades respiratorias dañan el corazón y cierran el círculo.
Hay que entender que la sangre se vuelve viscosa o espesa porque las arterias y venas cercanas al corazón y pulmones, presentan exceso de grasas, exceso de azúcares, exceso de sal, exceso de calorías que son los triglicéridos y el colesterol y estos vuelven angosto el espacio para que la sangre circule, las arterias se congestionan y colapsan porque los glóbulos rojos y el oxígeno, no pueden cumplir con su función de manera eficiente. La sangre se coagula y mientras, la consecuencia de la morbilidad ya detonó y se convirtió en fatalidad.
Si queremos que ese inquilino incómodo del Covid no se acerque, se vaya de nuestras casas donde no es bienvenido y que la “nueva normalidad” no se reactive, estamos obligados por un lado, a aplicar una vacuna de calidad y retomar las medidas básicas de prevención lo más posible, así como llevar una alimentación sana sin exceso de grasas, sin exceso de azúcares, sin exceso de sal y sin exceso de calorías, lo que en conjunto nos dará como resultado, un sistema inmunológico fortalecido con armas eficaces para combatir la enfermedad en caso de contagio.