¿CORRUPCIÓN? NO JOVEN, AQUÍ NO VIVE…

Por Irradia Noticias

El denominador común a nivel mundial del origen y la raíz de la corrupción, es la ruptura del equilibrio entre el Poder, la responsabilidad y la moralidad.

La corrupción es un desequilibrio y se manifiesta de diferentes maneras según el contexto.

El origen y la raíz de la corrupción en el planeta, ha sido objeto de estudio en múltiples disciplinas, como la psicología, la antropología, la filosofía, la política, la sociología, la religión y el derecho y aunque cada una de estas especialidades aborda el tema desde su propio enfoque y metodología, tienen un denominador común, sin importar la cultura, el sistema, la moral o la ética y es: la desalineación entre el interés personal y el bien común.

Este desequilibrio siempre implica el uso egoísta del Poder, -no importa el lugar geográfico- la corrupción fomenta la falta de rendición de cuentas, la corrupción erosiona los valores éticos, lo corrupto se identifica por la incongruencia aderezada con cinismo y lo cretino, cuando se racionalizan los comportamientos inmorales y se difunden a nivel masivo, la corrupción, busca premeditadamente una desconexión entre el individuo y el bien común… por esto y más, se genera la desconfianza hacia las instituciones; la corrupción, destruye vidas y socava los derechos humanos.

Aunque hoy la corrupción es un fenómeno global complejo que no puede reducirse exclusivamente a la mala conducta de ciertos individuos ni a fallas estructurales de los sistemas, la corrupción es el resultado de una interacción defectuosa entre ambos elementos, donde las debilidades de uno amplifican las del otro, creando un ciclo que perpetúa el problema.

En cualquier sociedad, los individuos son actores clave; la corrupción comienza cuando una persona decide priorizar sus intereses personales sobre el bien común abusando de su posición de Poder o influencia y esto se deberse a que carece de principios sólidos que le impiden actuar de manera honesta, los corruptos, justifican sus acciones con argumentos vulgares como: «todos lo hacen» o «el que no tranza no avanza», el corrupto, tiene una ambición desmedida y opta por atajos ilícitos para resolver pronto las carencias de su origen menesteroso o por sus bajas finanzas.

Una innegable realidad sobre la corrupción a nivel planetario, es que hay individuos que explotan las debilidades de un sistema; una persona con intenciones egoístas buscará siempre los puntos débiles de las instituciones para obtener beneficios indebidos; por ejemplo, si un sistema permite contratos opacos sin supervisión, alguien aprovechará esa laguna para desviar fondos.

Y, por otra parte, hay sistemas que toleran o incluso incentivan la corrupción cuando tienen infiltrados en nómina con intereses particulares y a corto plazo terminan legitimando prácticas corruptas; por ejemplo, si los líderes políticos manipulan las leyes para protegerse a sí mismos o a sus aliados, están enviando un mensaje claro: «…aquí la corrupción es aceptable y no para nada es impunidad».

Es muy claro que la corrupción no es solo un problema de individuos ni de sistemas, sino de cómo estos interactúan entre sí. Las instituciones no son malas o perversas, lo es quienes las administran.

En el caso de México, no es un asunto Cultural, como dijo el ex presidente Peña Nieto, pues pongamos el ejemplo de un niño de ocho años. El menor está en una etapa del desarrollo cognitivo llamado pensamiento concreto -según teorías del psicólogo Jean Piaget-, y esto significa que comprenden mejor las ideas simples, tangibles y directas, pero le cuesta procesar conceptos abstractos o complejos, como la corrupción. Para ese menor, es difícil entender cómo alguien puede romper reglas invisibles o actuar de manera deshonesta si no ven inmediatamente las consecuencias.

En cambio, un adulto ya tiene un pensamiento más avanzado, conocido como pensamiento abstracto, puede analizar situaciones complejas, conectar causas y efectos a largo plazo y comprender conceptos como la injusticia, el abuso de poder o las normas sociales implícitas.

¡No es Cultural!

El tema de la corrupción en esta entrega, no lleva dedicatoria, responde a los resultados recientemente publicados sobre una evaluación mundial de corrupción realizada por la organización civil denominada “Transparencia Internacional”, la cual afirma que, entre 180 países evaluados, el índice de percepción de corrupción en México lo ubica a nivel mundial en el lugar 140 y que los tres países más transparentes, -es decir, menos corruptos-, son: Dinamarca, Finlandia y Singapur.

Con estas cifras recientes que reflejan una cruda verdad mundial, no sería improbable pensar que, la organización civil denominada “Transparencia Internacional”, al realizar ese censo, una de sus preguntas haya sido: “¿Ha presenciado o vivido actos de corrupción?” Y la respuesta de sus encuestados en esas zonas marcadas con rojo, -según el mapamundi que presentan-, haya sido:
¿Corrupción? no joven, aquí no vive…

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