Muchas veces es más sano la separación de una pareja, a que continúen viviendo por obligación juntos por los hijos; y de esta manera sean los hijos testigos presenciales de las discusiones y confrontaciones que suscitan en estos casos de discordia de parejas. Pero para ello debe existir para los hijos un protocolo de tratamiento psicológico para evitar un daño. Pero ¿Cuáles son los problemas más comunes que se presentan en el comportamiento de los hijos de padres separados?
Caso particular de un divorcio o separación de una pareja, es inevitable la afectación emocional de los hijos, ya que además puede aquejar a la parte social, escolar y familiar. Los síntomas y signos más reveladores identificados en los niños analizados y relacionados con el divorcio o separación de los padres fueron: ansiedad, tristeza, irritabilidad, angustia, así como dificultades en la atención, bajo índice académico, dificultades en las relaciones con los contemporáneos y adultos, intranquilidad, agresividad, pérdida de apetito y dificultades en el sueño, así como cefaleas, náuseas y vómitos recurrentes.
Especialistas en la materia como Bucheli M, Cabella W, Nathan M, Fitermann P, Vigorito A, Zerpa M. señalan que la situación mundial refleja que el aumento de rupturas matrimoniales es un fenómeno creciente en muchos países. La duración media de los matrimonios que terminan en divorcio varía mucho, en algunos países ni siquiera llegan a los diez años.
En la mayoría de los casos de separación conyugal y que por cierto cada día es un fenómeno creciente, llegan a ser nocivos para cada uno de los miembros de la familia, sobre todo causando mayor impacto en los hijos. Pero esto no solo constituye un fenómeno estadístico, demográfico y sociológico, sino particularmente es un proceso psicológico, afectando además el aspecto legal, económico, emocional, familiar, entre otros.
La premisa mayor ante cualquier proceso de separación de los progenitores, debe siempre ponderarse la estabilidad emocional de los hijos, evitando una sensación de abandono y de vacío, privilegiando siempre el interés superior de los infantes en su caso. Y si los hijos viven con alguno de los padres (monoparental) el proceso familiar y adaptación de los hijos tiene que ser con extremado cuidado y atención que necesiten, de esta manera como lo cita Hetherington, Brides e Isabella, evitar el impacto de los factores de riesgo como las características negativas del niño, estrés parental, cambios de estructura familiar, problemas socioeconómicos, ya que no debemos olvidar que la «familia» es la base del desarrollo humano.