Las tragedias y descalabros en México no dejan de sucederse, una a una. Ha tocado en sus ya cerca de seis meses de gobierno enfrentarlas a la presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, aunque la mayor parte de ellas no sean su responsabilidad directa ni tengan origen en su administración.
Sin embargo, también para eso ofreció sus servicios a la Nación al haber aspirado a relevar en el cargo a su antecesor, puesto que comprometerse a continuar construyendo la transformación del país, llevaba implícito el compromiso de hacer frente a los grandes problemas nacionales.
El discurso en campaña de que todo marchaba muy bien, finanzas sanas, ya no existía la corrupción, la relación con los Estados Unidos estaba en sus mejores momentos de la historia, el pueblo estaba mejor que antes por la política de combatir las causas de la pobreza, el desempleo, el crimen, y demás, promoviendo como ruta en el proyecto nacional la continuidad, fue eso, un discurso, es cierto, muy atractivo electoralmente, pero, al fin, discurso de campaña.
La problemática no resuelta por el gobierno anterior, en varios casos agravada a lo largo de seis años, muy pronto comenzó a reventar.
En lo económico, al elaborarse y aprobarse el paquete económico, salieron a flote el déficit presupuestal, el crecimiento histórico de la deuda pública y la urgencia de incrementar los ingresos del Estado para poder cumplir con las erogaciones comprometidas, ya como obligaciones constitucionales.
En lo social, el clima de violencia, cada vez más generalizado, se extendió a regiones antes con muchos menores indicadores de presencia del crimen organizado, cooptación de jóvenes por las bandas delincuenciales, e inconformidades por la inusitada suma de desapariciones en los registros oficiales.
En lo político, las oposiciones han jugado su papel, aunque carecen de posibilidades reales de tener influencia en la toma de decisiones. La aplastante mayoría oficial las ha relegado. Forman parte de un escenario, una puesta en escena, donde no son más que actores secundarios. Los contrapesos y la oposición real están en otro lado, incluso al interior del partido gobernante.
Sí, los gobiernos del PAN y del PRI son responsables de cómo entregaron al país a la cuarta transformación y no deberían negarlo, así como el anterior gobierno es responsable del periodo que le corresponde, aunque no lo quieran reconocer. Sin embargo, ahora es responsabilidad de Sheinbaum enfrentar todos esos retos.
Y PARA INICIADOS:
Al haberse desechado, con tres votos contra uno, el inicio del proceso de desafuero en contra de Cuauhtémoc Blanco, bajo cualquier argumentación que pretenda esgrimir Hugo Éric Flores, la percepción generalizada no será que se actuó conforme a derecho. La idea de que fue protegido permanecerá en el ambiente. Su diputación federal aparece, entonces, ya ni como un premio, sino como un escudo. Aun cuando se diera por cierto lo que dice el dictamen, seguirá existiendo la duda sobre si es inocente o culpable, porque eso debería decidirlo un tribunal.
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