Se han escrito miles de cuartillas y efectuado múltiples estudios científicos con respecto al gobierno encabezado en México por Andrés Manuel López Obrador.
Y se concluye en que el presidente de la República no desempeña la función de un estadista, sino la del promotor electoral que lo caracterizó durante casi dos décadas antes de tomar posesión de la primera magistratura nacional el 1 de diciembre de 2018. AMLO sigue en campaña y las respectivas estrategias propagandísticas emanan a diario desde el Palacio Nacional.
La agenda no de transparencia, ni de rendición de cuentas, sino de ataques a los adversarios de la denominada Cuarta Transformación. Las conferencias de prensa mañaneras son la columna vertebral de ese movimiento y el discurso cotidiano del presidente se dirige hacia su base electoral, buscando enardecerla emocionalmente. La balcanización mexicana ya está en marcha. Son perceptibles las bases de un gobierno autoritario, con tintes totalitarios.
A estas alturas del gobierno ya nadie se sorprende frente a las ocurrencias y expresiones beligerantes del presidente, quien no ha dejado de culpar de sus dislates a los gobiernos anteriores, a ciertas instituciones (verbigracia el INE) y a la prensa nacional que, hoy por hoy, está convertida en contrapeso del político tabasqueño.
Sin embargo, en fechas recientes ya hay signos de la intervención del estado mexicano en los grandes medios de comunicación, a fin de acallar ciertas voces y extinguir temas espinosos, verbigracia el de la “Casa Gris” de Houston, Texas, cuyo principal protagonista ha sido un vástago del presidente, y que ha despedazado el discurso de la austeridad, el combate a la corrupción, la honestidad y el no tráfico de influencias por parte de parientes presidenciales en el intrincado gobierno federal.
He escrito varias columnas estableciendo la diferencia entre el totalitarismo y el autoritarismo, aunque cabe subrayar que México tiene a un presidente con rasgos de ambos sistemas de gobierno.
¿QUÉ ES EL AUTORITARISMO?
El autoritarismo es un régimen en el que una sola persona establece las medidas a tomar y decide por sobre la mayoría (en lugar de basarse en una ideología a través de un partido político).
Las principales características en los regímenes autoritarios son:
Los intereses de una minoría. El régimen autoritario carece de una ideología oficial fuerte y persigue los intereses de un líder o de sectores económicos minoritarios que tienen el poder y ejercen el control político y económico.
El control de los medios de comunicación. Se refiere a que, tanto la prensa como cualquier medio de expresión son controlados por el gobierno a fin de enaltecer la figura de su líder, resaltar sus logros y omitir cualquier crítica negativa. El objetivo es convencer a la población, a través de la reiteración de la propaganda política.
Fuerte presencia militar. Se refiere a la intensa actividad militar que hay en las calles, en instituciones gubernamentales y en hospitales, con el fin de ejercer control mediante el uso de la fuerza y para infundir el miedo entre los ciudadanos. En ciertas ocasiones, el ejército interviene en el proceso y decisiones políticas.
Manipulación arbitraria de la constitución. Se refiere a las modificaciones y los cambios de la constitución (la ley fundamental de un Estado) con el objetivo de perpetuarse en el poder. No tiene en cuenta las prioridades del pueblo y ni los derechos humanos.
La prensa nacional ha publicado recientemente casos en que López Obrador demuestra su talante autoritario y deseoso de disponer de un estado totalitario, soportado sobre todo por el Ejército. Sin embargo, hasta ahora no se observan los suficientes contrapesos que pudieran frenar la tendencia.