Ante el olvido, la fingida ignorancia, el convenenciero soslayo a la irresponsable evasión al cumplimiento del deber de las autoridades, magistrados y congresistas, necesitamos de alguna forma mostrar nuestra inconformidad, no sólo ante las injusticias, también ante los pequeños actos donde todos los días refrendamos que “no me vengan con que la ley es la ley” que vale poco y no importa violarla.
El día que alguien sea públicamente señalado por los demás por algo tan insignificante, en apariencia, como dar vuelta prohibida al conducir, por no respetar el semáforo, por tirar basura en la calle, por robarse la luz con un diablito, por cruzar la calle a la mitad de la cuadra, circular en sentido opuesto, en fin, cientos de evidentes faltas mínimas pero que son la raíz de problemas mayores, ese día habrá una fuerza en favor de una mejor sociedad.
Tenemos una abrumadora cifra de delitos sin castigo que son la causa de la enorme impunidad que vivimos en nuestro país y particularmente en Morelos, su sanción es una consecuencia que esperamos de la autoridad, que vemos fuera de nosotros y de nuestro alcance. Hay, me parece, otro tipo de impunidad, la ciudadana, una especie de resignación grupal en donde somos observadores de transgresiones, algunas muy serias, otras cotidianas y aparentemente superficiales. Hemos perdido poco a poco la indignación en una sociedad que necesita despertar para ser consciente de que el país en su conjunto es un reflejo de ella, una sociedad que necesita indignarse por las faltas menores para progresivamente avanzar en búsqueda a un Estado de derecho. Muchos lo verán exagerado lo cual, es uno de los motivos por los que no se ve una solución. Es como descartar la busca de algo perdido en cierto sitio, asumiendo que es imposible que esté ahí.
Son muchas las impunidades que prevalecen en nuestro Estado ante la complacencia oficial, con violaciones a la Ley, con omisiones a los vacíos legales, al soslayo político, al cobijo de parientes y amigos o simplemente fingir ignorancia y hacerse al lado convirtiéndose en cómplices al hacer arbitrarios a verdaderos delitos.
Ejemplos de impunidad hay muchos, pero muy pocos a la corrección que alguna autoridad hace de algún delito que prevalecía en su ámbito.
El Ayuntamiento de Cuernavaca recientemente anunció que las deudas por conceptos de laudos que hacienden a 15 millones de pesos en condenas firmes, deben ser pagadas según lo instruido por un juzgado judicial, se está buscando obtener recursos para llegar a un acuerdo pacífico que no afecte al ayuntamiento ni a las partes involucradas, también, se buscará la participación de todas las partes para regular los salarios que no han sido incrementados como marca la Ley en los últimos cinco años y devolver así el poder adquisitivo de todos los empleados municipales activos o jubilados.
Acciones tardías en su corrección pero que deberían ser replicadas por otros municipios en los que, hasta vulgares robos se han cometido al dejar de pagar impunemente los salarios quincenales hasta por seis meses tal y como sucedió en Cuautla durante la administración de Raúl Tadeo Nava quien por cierto gestó la ilegal cancelación del incremento anual a los salarios decretado por la Ley, afectación que también impunemente continuó con Corona Damián y prevalece en la actualidad, ante la negligente actitud del Legislativo y del Cabildo que validaron su indexación.
Mostrar indignación pública junto con algún proceso educativo y civilizado, con una policía mejor pagada y capacitada, cambiarán paulatinamente las conductas que nos lastiman como sociedad. Si no nos indigna lo menor, difícilmente podremos corregir lo mayor. Una bola de nieve es más fácil contener cuando se acaba de formar que cuando se agranda y baja peligrosamente. Todo cambio es difícil, difícil es aceptar que hay que cambiar lo aparentemente insignificante para que una vez fortalecidos podamos cambiar lo despreciable.
Las acciones municipales hechas ya en el marco de la Cuarta Transformación nos recuerdan lo que dice el glorioso Himno Nacional Mexicano en una de sus bellas frases “más si osare un extraño enemigo” entendemos un llamado para defender la soberanía del país de un extraño o extranjero enemigo, hoy debemos interpretar la extrañeza en la triste impunidad, el enemigo … ¡vive en casa!