(Primera parte)
Las candidatas y los candidatos punteros en las elecciones del 2023 aceptaron muy pronto los resultados de los comicios locales. Junto con los números de las encuestas de salida, contratadas en forma privada, también tenían la estadística de los conteos rápidos del Instituto Nacional Electoral (INE) y con las copias de las actas en posesión de los representantes de casilla de los partidos políticos contendientes.
Para los perdedores ya no había nada que pelear en la mesa, haberse empecinado no habría servido más que para un desgaste innecesario. Las cuentas resultaban, pues, claras y contundentes. Los argumentos de por qué sí y por qué no ganaron ya serán parte del anecdotario y el análisis para las siguientes elecciones.
Una primera lección es la muestra de civilidad y madurez. Los partidos y sus candidatos pueden reconocer, sin hacer berrinches, las derrotas que padezcan, así como festejar con moderación sus triunfos. Si fue una buena o mala elección del pueblo votante, ya lo veremos a la hora de la gestión de gobierno de cada uno.
La segunda lección es que aun cuando estaban en juego dos posiciones estratégicas de cara a las elecciones presidenciales, eso no resultó suficiente para motivar una elevada participación ciudadana. En Coahuila fue de alrededor del 57% del Padrón Electoral, mientras en el Estado de México no alcanzó ni el 50 por ciento. En otras palabras, volvió a triunfar la abstención.
La tercera lección es que las decisiones cupulares que llevan al rompimiento de las alianzas partidarias sí tienen efectos electorales irreversibles. El caso de Coahuila muestra que el candidato de Morena, Armando Guadiana, aunque vaya a quedar en segundo lugar en lo general, con aproximadamente el 21% de la votación a su favor, en la mitad de los 38 municipios que componen la entidad, fue superado por Ricardo Mejía, bajo las siglas del PT, obteniendo, también en lo general, tan sólo el 13% de la votación total.
Otra lección es la pragmática. Si Morena va sin alianzas, confiado de su marca y de los programas clientelares, mientras del otro lado hay un cuidadoso análisis de las cantidades de votos que se requerían en cada candidatura en juego y la estrategia en todo momento estuvo enfocada a conseguirlos, no sólo se le puede ganar a Morena, sino hasta es posible dejarlo sin nada más que algunas plurinominales. Las 16 diputaciones locales de mayoría serán para la alianza PAN-PRI-PRD, de modo que el próximo gobernador tendrá un Congreso con el que pueda dialogar, llegar a consensos y acuerdos. Carro completo, pues. Algo que no esperaban los oficialistas de Morena.
Desestimar el resultado de Coahuila porque su lista nominal es de poco más de dos millones doscientos mil electores, es decir, mucho menos que la de doce millones del Estado de México, es un error. La gran lección en Coahuila fue la estrategia para operar las candidaturas en alianza, que estuvo basada en un análisis estadístico y prospectivo, bien cuidado.
Ya mañana trataremos el tema del Estado de México.
Y para iniciados
Ya se esperan con ansias los movimientos para el banderazo de salida a las corcholatas presidenciales y a las fichas locales. La indicación de presidencia es clara: sacarán la corcholata presidencial primero y la ficha para gobernador después, muy poco tiempo después. Todo el proceso estará centralizado y las decisiones finales en manos del presidente de la República. Las encuestas serán un indicador, aunque el clave, lo va a ser el dedito presidencial. Veremos a Sheinbaum igual, como copia calca con un pequeño sello propio, a Ebrard desmarcase sin dejar de ser amlista y a López Hernández tratando de ganar en la mesa y no en la encuesta, porque nada más no despegó. Al tiempo.
La información es PODER!!!