«El uso insostenible del agua, la contaminación y el calentamiento global descontrolado están drenando la sangre vital de la humanidad, gota a gota»así, contundente, claro y preciso, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lanzó el grito de alerta.
Se trata del Informe presentado en la conferencia de Naciones Unidas sobre el Agua… «La humanidad se dirige ciega hacia un camino peligroso». El encuentro se desarrolla en Nueva York a partir de este martes y hasta el jueves 24 de marzo.
La reunión de expertos busca una oportunidad única para unir al mundo en la búsqueda de una solución a la crisis del hídrica mediante el diseño de una Agenda de Acción del Agua que conlleve un cambio rápido de rumbo en lo que queda de década.
Varios especialistas comparten análisis en los espacios que Naciones Unidas dedica al tema.
“La gestión del agua es una solución poderosa para adaptarse a los impactos del cambio climático, lograr resiliencia y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, durante demasiado tiempo el agua ha sido infravalorada en las conversaciones sobre el clima y no recibe la prioridad necesaria en los esfuerzos de desarrollo sostenible y reducción del riesgo de catástrofes”.
Dentro de el Objetivo 6 de la Conferencia de la ONU sobre el Agua se establece que… si bien se ha conseguido progresar de manera sustancial a la hora de ampliar el acceso a agua potable y saneamiento, existen miles de millones de personas (principalmente en áreas rurales) que aún carecen de estos servicios básicos.
“En todo el mundo, una de cada tres personas no tiene acceso a agua potable salubre, dos de cada cinco personas no disponen de una instalación básica destinada a lavarse las manos con agua y jabón, y más de 673 millones de personas aún defecan al aire libre”.
La realidad es contundente y grave; en dónde hay agua la desperdiciamos, en dónde no hay su costo es elevado y el usuario no paga. El control de pozos privados genera afectaciones graves: se privilegia a la industria por encima del ser humano.
Además la captación de agua pluvial prácticamente es inexistente en México.
