La mayoría de los partidos políticos de izquierda deben ser partidarios de integrar políticas que fomenten el bienestar, donde el Estado garantice el acceso de los ciudadanos a derechos elementales como la salud, la educación, la prestación por desempleo o las pensiones de jubilación, entre otros.
Este año para México, su desarrollo, será eminentemente político. La carrera electoral comenzó, hace poco más de un año, al mostrar AMLO inclinación electoral por una dama, soslayando otras áreas de interés nacional, como la económica, lo social, la seguridad o la energética, por poner unos ejemplos, olvidando el piso parejo al no mencionar democráticamente a otros posibles participantes, sustituyendo “al tapado” con “el destapador” y “las corcholatas”.
Poco a poco esos posibles candidatos fueron teniendo el permiso del gran elector para hacer su aparición en el escenario político. Al ser Andrés Manuel el líder de MORENA encarnando su proyecto de la 4T, es quién daría estafetas a los que pretenden sucederle en el terreno de la izquierda, bueno a casi todos.
Ignorado por San Andrés de Macuspana, el rector de la bancada morenista en el Senado Ricardo Monreal, puede dar la sorpresa por su cuenta y riesgo. Personaje de gran peso específico dentro del izquierdismo quién por turbias razones no ha merecido el designio para competir en una carrera muy desarticulada llena de conflictos internos en el partido guinda y motivando que algunos competidores han caído, con su avaricia, en delitos electorales.
La certeza es que, en 2023 en el Estado de México, se jugará en el terreno de los partidos y quizá de las ideas, poco impacto tendrá la candidata de MORENA ante los candidatos de oposición. Su prematura designación a representar a ese partido la ha ido agotando poniendo en duda que su último esfuerzo esté menguado y más cuando la oposición se decida por su representante que amalgame fuerzas y votantes.
Sin duda este 4 de junio en que se celebrarán elecciones locales en Coahuila y el Estado de México marcará un hito en el proyecto político de MORENA, Delfina Gómez, es una candidata débil mientras que el PRI, con tres bastiones políticos, el grupo Atlacomulco, el Valle de Toluca y el Valle de México, es el Estado de México que muestra su fuerza y de ganar, seguramente marcará el fiel de la balanza en la elección presidencial de 2024.
Un castigo al ego de los presidentes mexicanos, fue que, con todo y su poderío, su imagen, presencia y actuación pasara a segundo plano en cuanto se conocía el nombre de su sustituto. El aún fenómeno político llamado Andrés Manuel López Obrador, con toda la bola de artimañas, trucos, trampas, triquiñuelas y otros datos bajo las mangas, seguirá ejerciendo su capricho electoral y designe a Claudia Sheinbaum para que encabece a los morenistas y de triunfar, seguir obedeciendo con lealtad y no con voluntad política al emancipador de México. Ella ya no tiene vida propia.
Claudia es por el momento el juguetito nuevo de AMLO, conociendo a este como un gran mentiroso, quizá mañana salga con una tontería y ella quede a la orilla del camino. Su figura política no ha sido transparente, hay varias máculas que le siguen pesando demasiado y ahora cuenta hasta con el fuego amigo, las huestes de Marcelo la están demandando electoralmente por indebida anticipación de campaña
Las cosas, desde un principio, no le han salido bien a Andrés Manuel, muchas a causa de su gabinete, las más, por su veleidoso capricho autocrático y otras por la timorata actuación de la dirigencia de MORENA. La Muestra más reciente la elección de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia.
Como atinadamente dice mi colega y amigo Nacho Cortés, “la izquierda en México tiene que ponerse las pilas” yo agregaría: Ser de izquierda no es garantía de sabiduría, de honestidad y de lealtad, al igual que la derecha, es una ideología que adolece del factor humano.
¡Amigos la semana tiene siete días y gracias a Dios es viernes!