No cabe duda: el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, va en “caballo de hacienda”, digan lo que digan y pésele a quien le pese. Y junto a él vemos a su partido: Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
AMLO marcha solo y ocupa espacios en todos los medios de comunicación a nivel nacional, formales e informales; estos últimos, vía internet, mediante las redes sociales.
La más reciente encuesta del diario El Financiero (publicada ayer lunes) en torno a la rentabilidad electoral, tanto del presidente, como de Morena, ubica a los dos en un primerísimo lugar, si hoy fueran las elecciones, muy por encima de todas las “oposiciones”. Es más, ni juntos todos los partidos podrían causarle mella a Morena. Me parece que ese será el escenario final en “la madre de todas las elecciones” a desarrollarse el 2 de junio de 2024.
Parecía que la sobreexposición del macuspano, todos los días a través de las conferencias de prensa mañaneras, terminaría por afectarlo, pero no resultó así. Aquello de su protagonismo mediático y el dicho de que “el pez por su boca muere”, tienen y seguirán teniendo sin cuidado a López Obrador. Cada día propina tremendas felpas a sus adversarios políticos quienes, de alguna u otra forma, también han pretendido darle “sopas de su propio chocolate”. Pero nada relevante sucede. Nada importante consiguen.
A pesar de los Guacamaya Leaks, derivado del “hackeo” a la Secretaría de la Defensa Nacional, y la amplia distribución del libro El Rey del Cash, donde se plasman testimonios en torno a su modus vivendi durante casi tres sexenios, con recursos provenientes de las arcas públicas, AMLO mantiene su torpedeo político. Su imagen personal es la misma: la de un político anquilosado; sus propuestas inviables lo exponen aún como un político fantasioso, pero nada de su discurso ha cambiado; y en general, su protagonismo lo ha exhibido como un político autoritario, intolerante, con delirios de grandeza y persecución, y que es enemigo de sí mismo. El tabasqueño se ha sobreexpuesto mediáticamente y ¿qué ha pasado? ¡Nada! A menudo lo vemos colocado de a pechito ante la mira de sus detractores y él sigue tan campante, manteniendo altísimos niveles de popularidad, rumbo a la contienda presidencial de 2024, cuando buscará dejar heredero o heredera en la primera magistratura de la nación.
Dícese que a los políticos les suele pasar lo mismo que a muchos actores cuando, a fuerza de repetir siempre el mismo texto, se cansan, mecanizan y sacan la función o el discurso adelante porque no les queda de otra, es su chamba. Un actor, si está bajo de energía durante una representación, por las causas que sean, y no la produce y controla, pierde credibilidad (la verdad escénica) y va desarrollando su trabajo de manera rutinaria, cayendo en un estilo “naturalito,” o, si no, imitando, remedando a aquellos personajes que serían su alter ego. Así pues, viene la mala actuación y aparece el fingimiento, la falta de autenticidad, de sinceridad y de precisión que todo buen actor o político debe tener para desempeñar su personaje como creador o aspirante a servidor público.
Todo esto lo hemos visto en AMLO los pasados cuatro años y él sigue como si nada grave hubiese acontecido. En infinidad de mañaneras ha demostrado ignorancia, falta de concentración, lagunas mentales y de memoria, fingimiento, simulación, frases repetitivas, una salud precaria; el doble discurso con doble moral, desinformación, etcétera. ¡Y nada importante acontece!
Simultáneamente el tiempo transcurre rápidamente hacia las elecciones presidenciales, con Morena avasallando a las “oposiciones”… si hoy fueran los comicios, según versa la más reciente encuesta de El Financiero.
Una de las más recientes ocurrencias del presidente, la semana pasada, fue haberse sacado de la manga una lista con 42 nombres de quienes, según él y su equipo de comunicación social, son aspirantes a la presidencia de la República. Aunque ahí están varias mujeres y algunos caballeros que podrían hacer un magnífico papel como relevos de AMLO, la realidad es que el político tabasqueño utilizó esa pantomima para pitorrearse de todos sus adversarios, a quienes les envió el siguiente mensaje: “Me la pellizcan todos juntos. Y lo mismo le harán a Morena”.
