EL FUTURISMO

Por Irradia Noticias

Hace muchos años, me parece que cuando era presidente municipal de Cuernavaca, le escuché decir lo siguiente a mi inolvidable amigo y gran político morelense José Leonardo Castillo Pombo: “No me pregunten nada relacionado con el futurismo, porque la simple mención de esa palabra es hacerlo”. Castillo Pombo fue alcalde cuernavacense en el trienio 1979-1982, durante la segunda mitad del sexenio del gobernador Armando León Bejarano.

Aquella era una época caracterizada por la férrea disciplina al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y fundamentalmente a dos figuras: el presidente de la República y el gobernador del estado en turno. Cualquier político que se jactara de serlo, fundamentalmente dentro de las filas del partido oficial, sabía que el futurismo implicaba cumplir con el viejo dicho acuñado por Fidel Velázquez Sánchez, sempiterno dirigente nacional de la Confederación de Trabajadores de México (CTM): “El que se mueve no sale en la foto”. O sea: mientras no se te dé línea, luz verde, no te puedes mover.

Pero a partir del año 2000, cuando el PRI perdió la Presidencia de la República y la gubernatura morelense, la política y la visión sobre lo que representa el futurismo se modificaron dramáticamente. Hoy el principal impulsor del futurismo, desde las conferencias de prensa mañaneras en Palacio Nacional, es el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha dicho que, hacia las elecciones federales del 2 de junio de 2024, “no habrá dedazo” para la elección del candidato de Morena. No hay “tapado”, según él.

Y según las apariencias, hubo algunos destacados personajes morenistas que le creyeron, entre ellos la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo; el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón. Como veo las cosas, los tres le creen al presidente en el sentido de que no habrá dedazo y sí una encuesta, donde “el pueblo elegirá” al candidato de Morena. En lo personal yo no le creo mucho a López Obrador, cuyo principal defecto es mentir. Sin embargo, le concedo el beneficio de la duda y, desde luego, también habrá de esperar repercusiones en lo concerniente al candidato de Morena a la gubernatura, pues se supone que aquí tampoco habrá dedazo y se repetirá el ejercicio de la encuesta. Habrá que verlo.

Los comunicadores sociales no podemos confiar en la palabra del presidente, ni en la de los máximos jerarcas del partido oficial, Morena, que lleva mano en las preferencias electorales… si hoy fueran los comicios, aunque todo puede suceder en torno de los politicastros morenistas y politiqueros de los demás partidos. Quienes nos dedicamos al análisis político, pues, no podemos dejar de hacer futurismo.

Antes de seguir les comentaré que el futurismo fue una especie de ideología bastante socorrida por ciertos personajes en la Europa del primer tercio del siglo XX. Italia fue uno de los países donde más se arraigó, primero entre los panegiristas del mundo literario y otras expresiones artísticas, y posteriormente bajo el dominio de los fascistas al servicio de Benito Mussolini. Filippo Tommaso Marinetti, nacido en Egipto el 22 de diciembre de 1876 y muerto en Bellagio, Italia, el 2 de diciembre de 1944, fue su promotor más recalcitrante. 

La vanguardia cultural representada inicialmente por el futurismo, fue desplazada por la ascensión del fascismo. Y fue así como Marinetti, durante el bienio 1909 y 1910, se lanzó a la conquista futurista de Europa. Él mismo se volvió fascista. Editó el periódico Le Figaro, donde publicó el Manifiesto Fundacional Futurista. Fíjense en esto: convirtió la literatura en propaganda política y en eslogan publicitario. Cualquier parecido con la época actual y el comportamiento de quienes a diario deambulan por Palacio Nacional no es mera coincidencia, sino la repetición de la historia.

En lo personal, yo no voy a dejar de hacer futurismo respecto a hechos futuros, donde participarán actores políticos y actrices políticas locales. Habremos de crear escenarios posibles, probables e incluso catastróficos, pues la política carece de lógica y se basa más bien en circunstancias. Y aplicando la Teoría de los Juegos, cualquier cosa puede suceder en el estadio público de aquí al 2 de junio de 2024, día de las elecciones presidenciales y gubernamentales.

Así las cosas, alrededor del futurismo político quiero continuar con el desglose de nombres de mujeres que pudieran ser candidatas a la gubernatura. Yo las observo en calidad de disruptivas, porque alguna podría pasar a la historia como la primera gobernadora de Morelos, colocándose por lo tanto a la cabeza de un gran cambio. Así ubiqué este lunes a la diputada federal de Movimiento Ciudadano, Jessica Ortega de la Cruz, pero hay más féminas, a quienes mencionaré a continuación. No les asignaré ningún sitio privilegiado en la lista. Que conste.

La senadora por Morena Lucía Meza Guzmán; la directora de la Lotería Nacional, Margarita González Saravia; la diputada federal Juanita Guerra Mena; la también diputada federal Alejandra Pani Barragán; la diputada local Tania Valentina Rodríguez Ruiz; la diputada local Paola Cruz Torres; y la diputada local Mirna Zavala Zúñiga. Como pueden ver ustedes, hay tela de donde cortar entre las damas. Mañana le seguimos.

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