La reforma propuesta por Andrés Manuel López Obrador para que la Guardia Nacional forme ya totalmente parte de la Secretaría de la Defensa Nacional terminará en los tribunales, como todas las decisiones controvertidas que ha tomado el gobierno cuatritransformista. Asimismo, las presiones políticas y propagandísticas sobre los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se agudizarán.
La radicalización del gobierno de AMLO, en el último tramo de su periodo presidencial, comienza con las modificaciones a las leyes orgánicas de la Administración Pública Federal, la Guardia Nacional, el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos y las correspondientes a los Ascensos y recompensas.
Mientras más habla el presidente en las mañaneras de no querer borregos, sino que los legisladores se expresen libremente, más parece que sin la mínima reflexión de fondo siguen los dictados de su jefe político y no los de una conciencia propia.
Todavía falta ver qué suceda en el Senado. Será interesante escuchar las posturas de las senadoras y los senadores de la 4T, porque de su votación dependerá el que complete el proceso de militarización legal, que ya no pudo hacer constitucional, López Obrador, por falta de votos en la Cámara baja, si es que hay debate de fondo y no como pasó en la Cámara de Diputados, que todo el procedimiento legislativo fue abreviado, al estilo fast track.
A la par, refuerzan el falaz discurso de que no se está militarizando al país. Pero sólo hace falta voltear a ver todo lo que ya se ha puesto bajo el mando y control del Ejército y la Marina para darse cuenta de que la militarización ya es un hecho: Tren Maya, Aeropuertos, Aduanas, cruces fronterizos, migración, contratos de todo tipo y hasta las campañas de vacunación contra Covid-19. El paso de la Guardia Nacional, ya en su totalidad al mando castrense, es la cereza del pastel.
Y si usted se pregunta ¿Por qué tanto para las fuerzas armadas? Porque López Obrador teme que cuando deje el poder presidencial sean desmanteladas y revertidas sus políticas populistas. Quitar el control a militares y marinos de todo lo que el presidente ya les entregó y lo que siga entregándoles sería una tarea titánica.
Es cierto que otorgar el mando, la supervisión, la operación y el control a las fuerzas armadas de actividades que deberían ser realizadas por civiles destruye los intereses creados y su confabulación. Sin embargo, genera unos nuevos, de mayores alcances, solidez e inercias.
Y para iniciados
Ya no hay marcha para atrás. Ulises Bravo Molina, medio hermano del gobernador, no podrá formar parte de la dirigencia formal de Morena, pero no dejará de operar al interior del partido político del presidente López Obrador. Ahora, Bravo Molina tendrá que cuidarse más de los de adentro que de los de afuera de su equipo. El ansiado fuero, necesario ante un escenario incierto de continuidad, ya no pinta como automática designación desde arriba. No podrán simplemente imponer, habrá que negociar para que las aguas turbias no terminen por hundir el barco. De otra manera, dejarán abierta la puerta a quien pudiera encabezar una alianza opositora en el 2024.
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