¿Cuáles son las condiciones criminógenas de Cuernavaca, su zona metropolitana y otros importantes municipios morelenses, que inducen a adolescentes, casi niños, para su reclutamiento en las filas del crimen organizado?
A reserva de lo que opinen las autoridades correspondientes, de los tres órdenes de gobierno, la problemática es perceptible en muchas colonias de Cuernavaca, Temixco, Jiutepec, Emiliano Zapata y Xochitepec, pero también en las regiones de influencia de Cuautla, Jojutla, Zacatepec, Puente de Ixtla y Tetecala, que sirve para el anidamiento de grupos criminales.
La ausencia de oportunidades educativas, culturales y de sana recreación en los municipios aludidos sirve como caldo de cultivo para la integración de pandillas, a la postre utilizadas por el crimen organizado.
Existe una relación directa de las zonas donde delinquen menores de edad y las áreas donde se ubican las pandillas, con puntos específicos en que, entre otros graves rezagos, no hay escuelas preparatorias. Además, se agrega la alta relación de regiones críticas de delincuencia juvenil con la falta de equipamiento e infraestructura urbana. Aquí es importante recordar que el promedio de edad del delincuente juvenil es de 16 años, la edad en que deberían estar estudiando en el nivel medio superior.
Pero no sólo es la falta de escuelas, sino también de oportunidades para disponer de instalaciones recreativas. En tal sentido es evidente la falta de parques o áreas verdes, estadios, cines, dependencias, bibliotecas, hospitales. Y estos déficits coinciden con las regiones críticas donde se propician o generan las condiciones urbanas que conducen a que los jóvenes delincan.
El resultado: desempleo, aumento del ocio, apatía, incertidumbre, miedo, depresión, múltiples expresiones de actos ilegales para la obtención de dinero y violencia intrafamiliar. Sumemos la revolución tecnológica, que impactó las bases de familias surgidas a finales de los años sesenta, principales destinatarias de la “era digital” con la cual se conectaron enormes extensiones del globo terráqueo.
Es aquí donde quiero destacar la relevancia de pequeñas, pero importantes obras ejecutadas en Cuernavaca, Jojutla, Jiutepec y Temixco por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) del gobierno federal, cuyo titular, Román Meyer Falcón, estuvo ayer de visita en dichas localidades. La verdad es que este joven integrante del gabinete presidencial merece el aplauso de nuestra sociedad, simple y sencillamente porque está demostrando con hechos su responsabilidad histórica y cariño hacia nuestro estado, así como la consolidación de políticas públicas a favor de la reconstrucción del tejido social, dejado al garete por quien fuere durante más de dos décadas.
La colonia Patios de la Estación de Cuernavaca comienza a verse diferente, no como un asentamiento humano irregular otrora identificado con el despectivo mote de “ciudad perdida”. ¡Se abrieron calles debidamente urbanizadas en su interior!
Meyer Falcón, acompañado por el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo, también estuvo en lo que antiguamente era el Internado Palmira, donde una parte fue destinada a la edificación de la Casa de la Cultura “Lázaro Cárdenas del Río”, en honor a quien durante la década de los treinta donó ese enorme inmueble (la antigua Finca Palmira) para fines educativos. Hoy luce una fisonomía diametralmente opuesta. Meyer también puso en funcionamiento una zona de recreación para niños y adolescentes en CIVAC, cerca de la conocida fuente que en el verano consigue el solaz esparcimiento de propios y extraños. En Jojutla supervisó otras obras que complementan el rescate de la importante localidad sureña, destruida por el terremoto del 19 de septiembre de 2017. Y en la colonia La Nopalera de Temixco supervisó el avance en la construcción de un centro deportivo y un mercado, mismo que incluirá un centro comunitario. Etcétera, etcétera.
Román Meyer Falcón debe identificar a plenitud los componentes del tejido social, mismo que se integra con todas las unidades básicas de interacción y socialización de los distintos grupos y agregados que componen una sociedad; es decir, por las familias, las comunidades, los símbolos de identidad, las escuelas, las iglesias y en general las diversas asociaciones.
Funcionarios públicos federales progresistas, como el titular de la Sedatu, siempre serán bienvenidos a Morelos.
Hay algo que quiero destacar respecto a todos los proyectos ejecutados: su calidad, la cual se logra, entre otros factores, con honestidad e integridad al aplicar los recursos financieros. Desde mi modesta trinchera periodística hago patente mi reconocimiento al titular de la Sedatu. Siga así y espero verlo algún día en el sitio hoy ocupado por Andrés Manuel López Obrador.
