La curva de nacimiento, crecimiento y declive de Morena como partido político en México se va desarrollando en forma muy acelerada. Apenas en el 2014 le fue concedido el registro como instituto político nacional y a menos de diez años aparece en la escena como casi invencible, muy por encima de sus adversarios.
Al Partido Acción Nacional (PAN), con el registro más antiguo, que data de 1939, le costó seis décadas llegar a su máximo histórico, para sacar al PRI de Los Pinos en el año 2000. Ya en 2006 logró retener el poder, a través de una elección muy cuestionada y en medio de la injerencia ilegal del presidente Vicente Fox, mandatarios estatales, líderes sindicales y empresariales que hicieron todo cuanto estuvo a su alcance para evitar el triunfo del PRD y su entonces candidato López Obrador.
Para el Partido de la Revolución Democrática el camino también fue muy apresurado. Obtuvo su registro en mayo de 1989 al ser cambiado el nombre del Partido Mexicano Socialista, que dirigía Heberto Castillo, por PRD, y en 1997 obtuvo su primer gran triunfo en el entonces Distrito Federal, llegando a ser Cuauhtémoc Cárdenas el primer gobernante electo democráticamente en la capital de la República.
Ambos partidos tuvieron líderes carismáticos, Manuel J. Clouthier y Cárdenas Solórzano, que los hicieron crecer en preferencias electorales. En cambio, el PRI, como partido de Estado, ya nació como un partido poderoso, en el poder, como un instrumento de las cúpulas políticas, pero no como un movimiento. López Obrador estuvo muy cerca de llevar al PRD al poder en el 2006 e hizo otra muy buena participación electoral en el 2012, pero tampoco llegó.
Construyó un liderazgo que hoy ha posicionado a Morena como el principal partido en México. Aunque ningún partido ha logrado una movilización como la que vimos este fin de semana, su elección interna del pasado domingo, concentrada en pocos centros de votación, creó una ilusión óptica para propios y extraños, las filas de gente para, por ejemplo, un sólo distrito electoral, hicieron parecer que la participación era de mayores proporciones, pero al ver los resultados, ya no es tanto. Los ganadores de la contienda, en su inmensa mayoría obtuvieron menos de dos mil votos y hubo triunfadores hasta con 400 votos en determinados distritos electorales.
Los morenistas, tanto los fundadores como los que se afiliaron recientemente, aprendieron y superaron a sus padres y abuelos, o sea, al PRD y al PRI. El acarreo, la compra de votos, las promesas de obra pública y las amenazas de diferentes estilos y alcances estuvieron presentes, como nunca antes se había visto, sea que se impugnen o no, pero fueron una realidad.
Habrá quien vea en Morena algo nuevo, diferente a los demás partidos. Otros, tristemente aceptarán en silencio que se convirtió en aquello que pretendían combatir, no obstante, pragmáticamente, hoy por hoy es el partido con mayor capacidad de movilización.
Y para iniciados
Todavía falta el proceso de impugnaciones para conocer la composición final de los miembros del Consejo Nacional de Morena. Habrá que analizar quién jala con quién, quién le responde a quién y quiénes se alían entre sí para saber hacia qué lado se inclinará la balanza cuando llegue la hora de elegir a los presidentes y secretarios de los comités estatales. Esa será la segunda parte de la contienda por el control de Morena.
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