El jueves 17 de febrero sugerí ver, en Netflix, la serie documental titulada Cómo se convirtieron en tiranos, la cual describe, de la forma más comprensible, cómo esos seres, tras presumir las mejores virtudes antes de llegar a acumular gran poder, desviaron el camino hacia las peores bajezas humanas, a lo más aberrante que puede ofrecer un supuesto líder.
La serie aborda los casos de Adolf Hitler, Josef Stalin, Saddam Hussein, Idi Amin Dada, Kim II Sung y Muamar el Gadafi, quienes son apenas algunos de los tiranos que gobernaron sus naciones mediante el miedo, la violencia y las violaciones de los derechos de las personas bajo la mirada muchas veces cómplice de otras naciones. En torno al caso latinoamericano, los tiranos se localizan en los países cuyos presidentes no acudieron a la Cumbre de Las Américas, inaugurada el 8 de junio de 2022 por Joe Biden en Los Ángeles, EE. UU. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador no acudió y en su lugar envió al canciller Marcelo Ebrard.
Cada episodio de la serie Cómo se convirtieron en tiranos, introduce a estos personajes, pero no lo hace desde un recorrido biográfico ni hechos cronológicos. El objetivo es mostrarnos cómo surgen y en qué contexto; y de qué manera- basándose en una especie de manual imaginario- plantearon conceptos básicos para que sus propios pueblos los apoyaran.
Para quienes actualmente observamos en México el ejercicio del poder, desde Palacio Nacional, por el presidente Andrés Manuel López Obrador, sin contrapesos y mediante un estilo autoritario, o con fuertes tentaciones para establecer un sistema de esas características, es obligatorio ver los documentales y sacar nuestras propias conclusiones, pues todo puede suceder en México desde ahora, hasta las elecciones presidenciales de 2024.
Este preámbulo me sirve para referirme al comunicado emitido este miércoles 27 de julio por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Haré un resumen. La Segunda Sala de ese cuerpo colegiado, hoy casi dependiente del Poder Ejecutivo, emitió dos tesis aisladas en las que estableció que “los daños morales que puedan generarse en virtud de la publicación de cierta información en internet, constituyen lesiones de naturaleza instantánea y no continua, pues a partir de ese momento es cuando se da la afectación a la imagen, el honor o la reputación de la persona”.
Y agrega el boletín:
“Por lo anterior, el cómputo del plazo de dos años para la prescripción empieza a correr a partir del día siguiente de su difusión, plazo contemplado en el artículo 25 de la Ley Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado (…) Para determinar si la reclamación fue presentada oportunamente, es necesario que la autoridad administrativa competente desahogue el procedimiento de responsabilidad patrimonial del Estado, ya que no puede analizarse en la admisión de la reclamación (…) Para determinar si existen o no daños físicos o morales (supuesto para determinar la prescripción) es necesario sustanciar el procedimiento a fin de que se aporten elementos probatorios”.
Hasta aquí el comunicado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que, obviamente, nos hace reflexionar sobre la vertiginosa destrucción de la libertad de expresión y de información, así como en el control de medios, incluida la internet, por parte de quienes durante décadas se proyectaron como apóstoles de la democracia y las libertades. Pocos medios dieron la debida importancia a los resolutivos de la Corte, los cuales significan que, a partir de ya, cualquier usuario de las redes sociales y/o la internet, podremos ser objeto de denuncias y la imposición de limitaciones… tal como lo llevaron a cabo los más grandes tiranos mencionados al comienzo de esta columna.
En cada uno de los capítulos de la serie de Netflix aludida en el primer párrafo se muestra la manera, una vez que los tiranos fueron dueños del poder absoluto, establecieron un mismo sistema dictatorial: manejaron la prensa y se adueñaron de los medios de comunicación, eliminaron y en algunos casos mandaron a matar a quienes los acompañaron para llegar al poder, anularon cualquier intento de insurgencia, adoctrinaron a los más jóvenes y, por supuesto, acallaron y asesinaron a quienes se opusieron a sus regímenes.
AMLO buscó tres veces conquistar el poder y en la tercera lo consiguió. Pero desde 2018 ha pretendido aniquilar a sus rivales. De alguna forma u otra pretende gobernar mediante el miedo, controlar la verdad y los medios de comunicación, crear una nueva sociedad y gobernar eternamente (ya tiene un testamento político). ¿Cómo la ven ustedes?
En concreto: todos deberemos cuidar lo que difundamos vía internet, pues las tentaciones autoritarias están frente a nuestras narices.