¿La sociedad requiere abogados competentes, incorruptibles, con ética profesional y de vanguardia?
Dentro de la sociedad, todos los profesionistas sin distinción de la disciplina que se dediquen, deben actualizarse sobre la materia que ejerzan, pues solo de esta manera se garantizará su competencia en el ejercicio de sus labores. Particularmente, en el marco de la conmemoración del Día del Abogado, me referiré a los abogados y abogadas, quienes además de adquirir conocimientos de las normas jurídicas, deben también profundizar y perfeccionar las habilidades de la comunicación, ser proactivos y sumamente cuidadosos en los documentos que estudian, redactan o firman, por constituir en su mayoría la defensa de derechos de terceros.
No podemos olvidar que el día del abogado se conmemora en nuestro País desde el año de 1960 en razón del decreto del presidente Adolfo López Mateos, siendo desde entonces, la conmemoración de esta vocación que colabora en la defensa de la justicia social. Sin embargo, esta fecha no solo debe ser de discurso y fiestas, sino que debe ser un recordatorio para aquellos que se dedican a la noble tarea de representar a terceras personas en sus problemas legales, quienes tienen la obligación de preocuparse y ocuparse de ellos de forma profesional, ganarse la confianza de los clientes y colegas.
Las derrotas en el camino profesional de las y los abogados, deben ser para aprender de ellos y corregir los errores del pasado, obteniendo la experiencia necesaria para la obtención de resultados favorables para los justiciables, que es lo que siempre se espera de los abogados, utilizando siempre la innovación, la astucia, la iniciativa, la observancia constitucional, democrática y social, sin desestimar los asuntos por más fáciles y menores que se vean.
En la postulancia de la abogacía, se debe contar con un equipo de trabajo para delegar y compartir las diversas ramas del derecho, ya que la realidad nos permite inferir que no se puede ser “todologos”, debiendo implementar estrategias estudiadas y evitar la improvisación. Sin duda, la parte esencial de un abogado es la aplicación de la ética profesional, la honestidad, y la capacidad de argumentar, en palabras de Manuel Atienza; por lo que, la aplicación del derecho debe exigir entre otras cosas, el concurso de los abogados, quienes desempeñan una labor que en su núcleo, se tenga que argumentar para persuadir al juez, para aconsejar al cliente, o para alcanzar un acuerdo negociado con el abogado de la contraparte.
En fin, quien nació con la noble vocación de ser abogada o abogado, debe sentirse privilegiado de servir en lo público o privado, atendiendo la labor con los principios del derecho, como lo describe Atienza, referente a que el derecho es una práctica social, que somos una sociedad que necesita vivir en un estado de derecho y que el derecho sirva para mantener la transformación de una sociedad más sensible y responsable, generando con ello el fortalecimiento de la paz social.