Buena parte de los medios de comunicación destacan hoy, entre los resultados que arrojó la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (Encig-2021) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), los elevados indicadores sobre la corrupción prevaleciente en México.
Aunque el monto de nueve mil 500 millones de pesos destinados a los actos de corrupción es menor en un 28% al que se calculó en el 2019, la percepción sobre la frecuencia con que se cometen sigue siendo muy elevada. Poco más del 86% de los entrevistados afirmó que la corrupción es frecuente. Casi el 15% se dijo víctima de algún tipo de corrupción al llevar a cabo trámites, pagos, solicitudes de servicios o tener contacto personal con algún funcionario de gobierno.
Las autoridades más señaladas son las vinculadas con la seguridad pública, con un 65%, seguidas de los ministerios públicos, con un 24 por ciento. En promedio, los afectados pagaron tres mil 44 pesos por persona y las entidades federativas con mayores tasas de víctimas de corrupción fueron Quintana Roo, Puebla, Baja California, Durango y Estado de México.
Pero hay más indicadores en la encuesta. Por ejemplo, los de confianza en las instituciones y de satisfacción con los servicios. No es de extrañar que los partidos políticos, los diputados y senadores son quienes menos confianza inspiran a los ciudadanos, menos del 28% y únicamente, uno de cada tres mexicanos confía en la policía (33%). Por el contrario, la educación pública universitaria recibió una aprobación del 81.3% de la población.
Los que de plano fueron reprobados rotundamente son el estado en que encuentran las calles y avenidas, con un 25.1%, la policía, en términos generales e incluyendo a todas las corporaciones, es aprobada sólo por el 25.3% y el alumbrado público, que alcanzó el 40.5.
En estos números hay que identificar, más allá de la estridencia mediática, su importancia como parte fundamental del desarrollo de un país, la realidad de la gobernanza, que vemos venida a menos y el impacto real de las políticas públicas.
Los políticos podrán decir mucho en sus discursos, pero los datos los desmienten. Por donde se le vea, la corrupción, la mala calidad de los servicios públicos, con sus muy honrosas excepciones, y la falta de confianza en las instituciones públicas contradicen el triunfalismo del gobierno cuatritransformista.
La duda que nos surge es: Entonces, ¿qué ha cambiado de verdad en el país? ¿No se tratará de lo mismo, con los mismos vicios, pero con diferente discurso? El barrido de escaleras, que propuso el presidente, ¿está funcionando? ¿Corrupción y transformación, van de la mano, tanto como el neoliberalismo?
Y para iniciados
Ya soltaron al ruedo a los promotores de diferentes aspirantes a ocupar cargos de elección popular. Unos para ensalzar figuras y otros para desprestigiarlas. Aunque también hay advenedizos y oficiosos que, ya sea por traumas ideológicos, por conveniencia personal o partidaria, sacan su bola mágica para afirmar quién será la elegida o el elegido. Lo cierto, es que en Palacio Nacional todavía no hay definiciones, sino línea para que se pongan a trabajar y subir en las encuestas. Allá arriba se comenta que, si no entienden el mensaje, entonces, no serán considerados.
La información es PODER!!!