ZONAS CRIMINÓGENAS

Por Irradia Noticias

¿Cuáles son las condiciones criminógenas de Cuernavaca y su zona metropolitana, así como los factores que inducen a adolescentes, casi niños, para su reclutamiento en las filas del crimen organizado?

A reserva de lo que opinen las autoridades correspondientes, de los tres órdenes gubernamentales, la problemática es perceptible en muchas colonias de Cuernavaca, Temixco, Jiutepec, Emiliano Zapata y Xochitepec, que están sirviendo para el anidamiento de grupos criminales. Ni qué decir con respecto a otros municipios morelenses.

La ausencia de oportunidades educativas, culturales y de sana recreación en los municipios aludidos sirve como caldo de cultivo para la integración de pandillas a la postre utilizadas por el crimen organizado. 

Existe una relación directa de las zonas donde delinquen menores de edad y las áreas donde se ubican las pandillas, con puntos específicos en que, entre otros graves rezagos, no hay escuelas preparatorias. 

Además, se agrega la alta relación de regiones críticas de delincuencia juvenil con la falta de equipamiento e infraestructura urbana. Aquí es importante recordar que el promedio de edad del delincuente juvenil es de 16 años, la edad en que deberían estar estudiando en el nivel medio superior. 

Pero no sólo es la falta de escuelas, sino también de oportunidades para disponer de instalaciones recreativas. En tal sentido es evidente la falta de parques o áreas verdes, estadios, cines, dependencias, bibliotecas, hospitales. Y estos déficits coinciden con las regiones críticas donde se propician o generan las condiciones urbanas que conducen a que los jóvenes delincan. 

Frente a estos factores que propician inseguridad, poco consigue el sistema policial conocido como Mando Coordinado de Policía Morelos, ni tampoco la Guardia Nacional, que brilla por su ausencia y sobre la cual ya no deben fincar sus esperanzas las autoridades de Morelos en materia de seguridad, pues solo es un complemento en las estrategias locales. Casi siempre, la GN llega tarde a los hechos delictivos y sus elementos se limitan a custodiar las escenas del crimen e inclusive a desviar el tránsito de vehículos.

Los gobernantes siguen con “disparos a la oscuridad”, sin atacar los factores sociales como la desigualdad y la exclusión. Falta la consolidación de estrategias de prevención mediante la coordinación del Ejecutivo con todos, absolutamente todos los ayuntamientos, a fin de vincularse con los cuerpos edilicios y lograr un trabajo multifocal. Este vacío es aprovechado por el crimen organizado para anidar en diversas regiones morelenses.

Conclusión: el Mando Coordinado debería ser complementado e inclusive soportado por la operación simultánea de todo el sector público… a fin de combatir las desigualdades sociales. Cuando hablo de todo el sector público me estoy refiriendo a los tres órdenes de gobierno, federal, estatal y municipal. Asimismo, las organizaciones civiles con probado efecto multiplicador también deben ser incorporadas. 

Los empresarios, sobre todo los más capitalizados (a pesar de la pandemia) harían bien en aportar su grano de arena. Hace unos días escuché al empresario educativo Jorge Arizmendi proponiendo que los más destacados miembros de la iniciativa privada “adopten algo”. En su caso indicó que buscaría la forma de mejorar las condiciones de seguridad en la calle Cuautla de la colonia Miraval. En tal sentido, cabría la posibilidad de que alguien más “adoptase una patrulla”, el alumbrado público de calles hoy convertidas en bocas de lobo, etcétera. 

En fin. Entre todos los cuernavacenses, haciendo comunidad y volviendo a sentirnos orgullosos de nuestra amada ciudad, podemos y debemos hacer algo en aras de la disuasión y prevención del delito. Un factor muy importante es la cohesión social, fundamentada en la confianza, a la cual me referiré en otra columna.

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