En el contexto de la inauguración del inacabado Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” (AIFA), varios comentaristas nacionales reflexionaron sobre la subutilización de algunos aeropuertos situados cerca de la Ciudad de México, entre ellos los de Toluca, en el Edomex, y el de Cuernavaca, en Morelos. Se han escrito miles de cuartillas con respecto a la inviabilidad del “Felipe Ángeles”, lo cual fue insuficiente para llegar a su apertura el lunes de la presente semana, a pesar de que aún no está terminado. Y así fue como se volvió a traer a cuento las terminales aéreas de Toluca y Cuernavaca.
Sin embargo, durante varios lustros he escuchado lo mismo, es decir que la terminal portuaria ubicada al sur-oriente de la zona metropolitana de la capital morelense, debería convertirse en pista o pistas alternas a las del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la CDMX, lo cual nunca se cristalizó. Y ahora, con la férrea defensa del presidente López Obrador al nuevo aeropuerto, el destino del Aeropuerto Cuernavaca es por demás incierto.
Construido en el sexenio de Lauro Ortega Martínez (periodo 1982-1988) sobre tierras temixquenses, el Aeropuerto “Mariano Matamoros”, hoy identificado también como Aeropuerto Cuernavaca, inició sus operaciones formales el 15 de abril de 1988, siendo administrado originalmente por el gobierno estatal. Sin embargo, el sucesor de Don Lauro, Antonio Riva Palacio López, cedió el manejo de esa terminal aérea a Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), organismo dependiente de la SCT. Durante los años posteriores, pero adentrados ya en el régimen de Sergio Estrada Cajigal (2000-2006), esa infraestructura fue escenario de escándalos ligados a bandas criminales (principalmente narcotraficantes) y funcionarios de los tres órdenes de gobierno inmiscuidos en actividades ilegales.
La terminal portuaria ha enfrentado diversos problemas, verbigracia su ubicación geográfica, la falta de equipamiento e infraestructura y la corrupción. Así llegó al 9 de junio de 2004, cuando se autorizó la constitución de una empresa de participación estatal mayoritaria denominada “Aeropuerto de Cuernavaca S. A. de C. V.”, con el fin de obtener la concesión correspondiente para su operación.
Fue hasta el 11 de febrero de 2008 cuando la SCT otorgó a dicha empresa el título de concesión para manejar el aeropuerto, que en enero de 2009 se “internacionalizó” mediante un decreto del entonces presidente Felipe Calderón. Así las cosas, la empresa aludida asumió la administración del “Mariano Matamoros”. La distribución accionaria quedó de la siguiente forma: el gobierno estatal, 51 por ciento de las acciones, y el Organismo Público Descentralizado del Gobierno Federal, Aeropuertos y Servicios Auxiliares, el 49 por ciento restante.
Calderón inauguró el 20 de septiembre de 2012 el “Aeropuerto Internacional de Cuernavaca”, con lo cual, supuestamente, se fortalecería el Sistema Metropolitano de Aeropuertos, ascendiendo a 15 las terminales nuevas o modernizadas durante la gestión calderonista. Entonces se presumió la inversión de 550 millones de pesos en “esta nueva terminal, la cual tiene un potencial para atender a 500 mil pasajeros por año, aunque la aspiración inmediata es recuperar los niveles de 2009, cuando la cifra fue de 100 mil viajeros”. Etcétera.
Fue hasta el 16 de enero de 2014 cuando el gobierno de Graco Ramírez consiguió la regularización de las seis hectáreas donde hace muchos años inició la edificación del “Mariano Matamoros”. A partir de esa fecha los predios ya no pertenecen al ejido de Temixco, sino al gobierno de Morelos.
Es importante subrayar que el proceso de regularización inició en el gobierno de Sergio Estrada Cajigal (2000-2006), habiéndose pagado una cantidad indeterminada de dinero a los ejidatarios de Tetlama, sin haberse protocolizado ni formalizado las seis hectáreas como propiedad a favor del gobierno morelense. Varias aerolíneas regionales han operado vuelos teniendo como sede el Aeropuerto Cuernavaca, pero debido a múltiples factores, no tuvieron éxito. Algunas de ellas, inclusive, fueron subsidiadas desde el gobierno estatal con el fin de darle uso al aeropuerto, pero eso no llegó a feliz término, ni consiguió la famosa “internacionalización” de la terminal aérea, cuyo futuro, insisto, es impredecible.