Este martes confirmamos que la disfunción orgánica del Congreso local se debe a la disputa de dos grupos de diputados, más de uno que del otro debido al mayoriteo, por el control absoluto del Poder Legislativo. A toda costa pretenden hacerse de los más importantes ámbitos de decisiones relevantes, incluyendo desde luego a la Junta Política y de Gobierno que, de acuerdo a la Ley Orgánica del Congreso, le corresponde presidirla a Morena.
Cuando arrancó la actual legislatura los miembros del grupo parlamentario de ese partido se inclinaron a favor de su compañera Paola Cruz Torres quien, de alguna forma u otra, no se dejó amedrentar por quienes lideran al G-11, entre los cuales destacan los ex presidentes municipales de Yecapixtla y Yautepec, Francisco Sánchez Zavala y Agustín Alonso Gutiérrez, respectivamente, y el priísta Eliasib Polanco Saldívar, ex delegado del Infonavit en Morelos.
Tanto los del G-11, como los del G-8, se volvieron a presentar ayer ante los representantes de medios informativos exponiendo los argumentos por los que el Congreso no avanza. Empero, según mi modesta opinión, todo radica en que a los ínclitos miembros de la LV Legislatura les falta SENTIDO DE LA REPRESENTACIÓN.
Han hecho a un lado su responsabilidad parlamentaria. Más claro: demuestran ser irresponsables en sus funciones sociales, consagradas por nuestra Carta Magna y la Constitución Política de Morelos, anteponiendo las ansias de poder y la prepotencia, a las sesiones plenarias, a las reuniones de comisiones y/o de comités, a las reuniones especiales tales como foros y consultas, a ceremonias cívicas, etcétera.
En la columna anterior indiqué que hoy me referiría a las cualidades de un buen legislador. A juzgar por las apariencias, no hay mucha tela de dónde cortar para desglosar un número interesante de atributos entre quienes constituyen la LV Legislatura, pero trataré de enumerar algunos que la sociedad aún espera.
CUALIDADES DE UN BUEN LEGISLADOR
Ayer comenté sobre las fallas y errores de los representantes constitucionales. Sin embargo, así como hay sujetos con grandes vicios y carencias, también hay legisladores que tienen las siguientes cualidades, aunque se cuentan con los dedos de una mano:
Vocación y espíritu de servicio, es decir, tienen ganas de ayudar a sus representados, de estar con ellos, de escucharlos, de rendirles cuentas. En resumen, de dar su testimonio de vida y de trabajo.
Voluntad de trabajo, y redunda en lo anterior, pues se ha visto legisladores y otro tipo de gobernantes que son verdaderos motores que activan el trabajo en los demás, motivándolos no sólo a cumplir con sus funciones legislativas, sino en sus partidos y organizaciones, gestionando obras y servicios públicos, apoyos para su gente, visitas, etc. sin importar realmente el día y la hora de que se trate. Lo que hoy prevalece en el Congreso morelense es la mezquindad y el complejo de superioridad de infinidad de paisanos, caracterizados por sentirse más chingones que los de enfrente.
Combatividad, arrojo y pasión por su trabajo. Esto de ninguna manera significa que la combatividad y el arrojo sea equiparable a la belicosidad o al “te madreo” por “quítame estas pajas”. No. Actores con esas cualidades son aquellos que defienden hasta las últimas consecuencias los intereses y convicciones de su partido, de su electorado y de su conciencia… siempre y cuando no se sustenten en caprichos y objetivos cuya principal intencionalidad sea “ganar-ganar” sin ceder. Tal vez por eso han sido tan obvios los roces y acaloradas discusiones entre los de la LV Legislatura. No toman en serio sus responsabilidades.
Carisma. Así como hay muchos legisladores grises, cada vez hay más hombres y mujeres con talento, buena presencia –y ello no se refiere a belleza física, sino a pulcritud y empatía–, simpatía y excelente trato y don de gentes, lo que hace más llevaderas sus delicadas y exhaustivas funciones.
Liderazgo. Aunque no todos los legisladores son líderes natos, cuando en verdad se aplican, son capaces de movilizar grandes sectores del pueblo y de sus partidos. Y aquí ya no se habla sólo de liderazgo camaral o partidista, sino de verdadero liderazgo moral. Sin embargo, varios de nuestros actuales “representantes populares” son amorales, es decir: no tienen moral y comparten la idea de que “la moral es un árbol que da moras”.
Capacidad técnica. Esto es la preparación óptima, suficiente o mínima para desarrollar los procesos legislativos, bien fueran estos especializados o semiespecializados. Empero, lo que más se ha visto en el Congreso, hasta ahora, son bravuconadas, belicosidad, falta de respeto y el quebranto a la Ley Orgánica de ese cuerpo colegiado.
En concreto: es urgente que el divisionismo desaparezca del Congreso, a fin de cristalizar la premisa de ciertos diputados, expresada ayer, en el sentido de que lo realmente importante es el desarrollo integral de Morelos y no un clima de confrontación. A ver. Quiero verlos… a todos. No bastan solo las palabras, pues a éstas se las lleva el viento.
