VICIOS DEL LEGISLADOR

Por Irradia Noticias

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Cualquier integrante de la vida pública morelense conoce el divisionismo imperante en el Congreso local, donde el G-11 (a veces G-12) y el G-9 (a veces G-8) se disputan, básicamente, la presidencia de la Junta Política y de Gobierno, cuya titular sigue siendo, de hecho, la morenista Paola Cruz Torres, porque Morena es el partido al que le corresponde ese importante cargo; y además, ambos bandos están metidos en un berenjenal, con parálisis orgánica de todo el cuerpo colegiado, porque de facto y mediante el mayoriteo el G-11 destituyó no solo a Paola Cruz Torres, sino a un importante número de sus adversarios, despojándolos de sendas comisiones legislativas. 

La anterior es la esencia del conflicto prevaleciente en el Congreso, donde se arguye que la manzana de la discordia es la elección de titular en la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización (ESAF), sobre todo entre ciertos miembros del G-11, es decir, quienes fueron presidentes municipales en el pasado reciente y pretenden, según “Radio Pasillo”, que algunas de sus acciones discrecionales sean encubiertas y hasta sepultadas en el ente fiscalizador, para lo cual requieren de un auditor carnal. 

El golpe propinado este lunes al diputado Agustín Alonso Gutiérrez, presidente de la Comisión de Hacienda, por la responsable de la ESAF, América López Rodríguez, acusándolo de bloquear el curso del resultado de una auditoría especial aplicada al Fondo Todos por Morelos, creado en 2017 para apoyar la reconstrucción tras el sismo del 19 de septiembre de ese año, teniendo como titular a Alexis Ayala Gutiérrez, es la viva demostración de lo que puede suceder en torno a los ex alcaldes hoy convertidos en flamantes legisladores locales. La ESAF, según dicha fémina, detectó irregularidades, de las cuales ya está informado el diputado Alonso Gutiérrez, pero éste no ha dado curso al dictamen del ente fiscalizador ante el Pleno presuntamente porque se encuentra empantanado en un conflicto de interés, pues Ayala es su suplente en la diputación y además asesor personal en el Congreso.

A lo anterior se suman ciertos hechos, protagonizados por los dos bandos en conflicto, cuyo resultado es la parálisis legislativa y ningún avance en asuntos realmente importantes para el desarrollo integral de Morelos. Esto lo hemos visto en muchas, muchísimas legislaturas, pero la actual, la LV, se lleva las palmas pues el divisionismo surgió a escasos cinco o seis meses de iniciada el primero de septiembre de 2021. Hoy puede hacerse un pronóstico sobre el futuro lógico, resultante de la actual situación: la respectiva legislatura se perfila a ser la peor en toda la historia del Congreso morelense.

VICIOS RECURRENTES

No es difícil ubicar a quién es quién en el Congreso de Morelos, pues son de sobra conocidos. Se insertan en lo que he tipificado como “Vicios del Legislador Morelense”. 

Algunos de esos vicios son los siguientes:

Prepotencia, arrogancia y despotismo. Este es un defecto bastante usual en los legisladores mexicanos; sobre todo en aquellos que son herederos del poder o caciques en sus regiones.

Exceso de disciplina y lealtad partidista. Me ha tocado ver legisladores que no opinan si antes sus partidos o sus líderes no les dan la famosa línea, o que no quieren apoyar determinada iniciativa por convicción personal, pero que acaban impulsándola por compromisos y disciplina. 

Tráfico de influencias. Como ya se explicó, las sensaciones de ser intocables, impunes y poderosos que experimentan muchos legisladores los hace caer –a ellos, a sus familiares, y a sus colaboradores y amigos– en defectos como el influyentismo, la prepotencia, la pedantería y el abuso.

Elitismo y cupulización de la política. El dedazo, el nepotismo, el amafiamiento, la eternización en los cargos políticos, las cuotas de poder y la compra de puestos son vicios que degeneran en una cupulización del poder, es decir, que el poder y el acceso a los cargos de elección popular se quedan prácticamente en posesión de pocos y muy específicos grupos.

Oscuridad política. Es la causa de que la gente imagine a la política como una gigantesca telaraña de intereses turbios conducida por unos cuantos grupitos de mafiosos. 

Impreparación. Los legisladores mexicanos no deben ser, forzosamente, maestros o doctores en Derecho o Ciencias Políticas, pero de ahí a ser ignorantes o analfabetas, hay mucha distancia. Y ese es otro gran defecto del legislador contemporáneo: aún llegan a los Cabildos o a los Congresos sin saber bien sus facultades y responsabilidades, y eso no tiene que ver necesariamente con su nivel académico, sino con su interés personal de prepararse para el cargo. 

CARENCIAS DEL LEGISLADOR

Pero aún hay más, como decía aquel. A nuestros ínclitos legisladores les faltan cuatro cosas:

Ubicación, sentido del deber y ética personal. Esto quiere decir que el actor debe centrarse en que su cargo es temporal, no es un privilegio, no es un feudo, no lo hace impune y, en cambio, le obliga a responder a su partido, es verdad, pero, ante todo, al electorado que vota por él y que lo lleva al parlamento local o federal.

Preparación, capacitación, evaluación y seguimiento de su actuación. Lo anterior significa que los legisladores mexicanos deberían tener, por razones obvias, un nivel de escolaridad mínimo para ejercer sus funciones. 

Sentido de la representación. Hay legisladores que fueron electos por el principio de mayoría, es decir, que tuvieron que hacer campañas proselitistas y recorrer un distrito, estado o región para empaparse de sus problemas –si no es que ya lo estaban–, o bien, para reencontrarse con aquellas personas que ya los conocían, e identificarse con el público con quien no habían tenido ningún trato. Pero, respecto al caso de algunos de los actuales diputados morelenses, se sienten todopoderosos repitiendo las actitudes caciquiles y despóticas que les caracterizaron siendo presidentes municipales.

Además de ellos, hay otro tipo de legisladores, es decir, los que accedieron al cargo por el principio de representación proporcional y que, por lo mismo, no tuvieron que hacer una campaña para ser electos. Generalmente, éstos se promocionan por medios electrónicos o en una campaña de medios, o sea, que se dan a conocer por medio de entrevistas, declaraciones e informes en prensa escrita, radio y televisión, y por Internet.

Pero ocurre un problema: ni los unos ni los otros regresan a sus distritos, regiones o estados, es decir, que se olvidan de mantenerse en contacto con sus representados. Informándoles, visitándolos, platicando y reuniéndose con ellos. En resumen, manteniendo viva la chispa que le da el toque a la actividad política: el roce entre gobernantes y gobernados. Les hace falta sentido de la representación.

En otro entrego me referiré a las virtudes que debería tener el legislador morelense. Por ahora es todo.

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