Para recobrar la funcionalidad orgánica, la Legislatura LVI al Congreso local debe separar sus fobias hacia el Ejecutivo de lo que realmente son la representación colectiva y la actividad parlamentaria a favor de la sociedad morelense en general. En particular, el denominado G-12 requiere ampliar su altura de miras, visión panorámica y abandonar las actitudes típicas de los enanos del tapanco.
Con respecto a estos últimos -los enanos del tapanco- he de decir que tal expresión fue acuñada en las antiguas tabernas españolas.
¿Cómo sucedió aquello y de qué manera aplica en nuestros días? Cuando algún comensal se pasaba de copas y se ponía pesado, para aplacarlo se escuchaba un vozarrón imponente y amenazante desde el fondo del tapanco. Y, un día en el que uno de esos borrachos se negó a salir y retó al del vozarrón a que bajara y se pusiera a mano, resultó que las amenazas contra los parroquianos provenían no de un corpulento guardián, sino de un enano cabezón. José López Portillo, presidente de México en el sexenio 1976-1982, solía utilizar la misma expresión para denostar a sus adversarios. Hoy López Obrador los llama “neoliberales”, “conservadores” y/o “la mafia del poder”.
Este lunes 10 de enero de 2022, al iniciarse de manera plena las actividades públicas y otras vinculadas a sectores ciento por ciento políticos, verbigracia el Congreso morelense, he vuelto a escuchar los llamados al trabajo, a la conjunción de esfuerzos, a demostrar buena voluntad para sacar adelante el rezago legislativo, cumplir mandatos y sentencias federales y avanzar en temas pendientes, como pudiese ser el nuevo análisis y debate respecto al Paquete Económico 2022. Recuerden que, debido a la polarización de 12 diputados contra ocho en el Congreso, el Ejecutivo se vio obligado a seguir utilizando el Presupuesto de Egresos de 2021, lo cual ni siquiera ha sido advertido por el común denominador de la sociedad en general. Es decir, no le interesan las pugnas entre grupos de presión que, vale la pena subrayarlo, solo pierden el tiempo para después ponerse de acuerdo.
También observamos el fenómeno típico de los morelenses: sentirse más chingón que los demás, lo cual nos remonta hasta el filósofo inglés Thomas Hobbes y su obra “Leviatán” (1651). Me refiero a determinadas argucias políticas, como pudiera ser la campaña de “propaganda negra” recientemente echada a andar, de ida y vuelta, entre grupos de presión adscritos a los poderes Ejecutivo y Legislativo. Ha sido, durante meses, una historia de toma y daca. Venganza pura.
Pero, aludiendo a Thomas Hobbes, lo siguiente explica de manera filosófica los procedimientos de sobra conocidos y empleados por nuestra clase política. No olviden lo dicho: los morelenses siempre son proclives a sentirse más chingones, los unos de los otros. Escribió Hobbes:
“Es verdad que algunas criaturas vivas, como las abejas y las hormigas, viven en sociedad. Pero estas criaturas, no teniendo (como el hombre) el uso de la razón, no ven ni creen ver culpa alguna en la administración de sus asuntos comunes, mientras que entre los hombres hay muchísimos que piensan que son más sabios y más capaces de gobernar la cosa pública que los otros; éstos se esfuerzan en reformar y en renovar, algunos de un modo, otros de otro, y llevan a la división y a la guerra civil”. Mucha razón tenía (y sigue teniendo) Thomas Hobbes.
No requerimos ser sabios para ubicar, dentro de los componentes políticos de Morelos, los medios y modos a través de los cuales personas y grupos se influyen unos a otros.
Podemos distinguir tres variantes según lo que se considere:
A) La influencia directa de un grupo sobre sus miembros, o de un sujeto sobre otro;
B) La influencia que grupos de poder y de clase pueden ejercer sobre una colectividad o masas más o menos grandes de población mediante la manipulación de una situación;
y C) La influencia que las instituciones, en primer lugar, las leyes, tienen sobre todos los miembros de la sociedad.
Desde mi particular punto de vista, en el Congreso local el grupo dominante, llamado G-12, ejerce la mayor influencia dentro de la política estatal, así como sobre la colectividad morelense en general. Por eso mismo retrasa bajo sus designios cualquier avance legislativo o lo concerniente a reiniciar el diálogo con los diputados del G-8, a quienes minimizan y/o desprecian, aunque sean indispensables para reformas de gran calado en nuestro estado.
El G-12 proyecta tener poder, autoridad, influencia, control de instituciones y sometimiento sobre el resto de la sociedad morelense y los poderes Ejecutivo y Judicial, aunque esto sea bastante relativo, pues siempre habrá formas de sortear circunstancias.
Hoy se habla de un posible periodo extraordinario de sesiones para superar la parálisis legislativa provocada tanto por los conflictos, como por las festividades decembrinas. Estaremos atentos a los acontecimientos y aquí lo comentaremos.
Hoy por lo pronto puedo expresar con absoluta certeza: “Talento desperdiciado”.