POLÍTICA Y AGRESIÓN (1ª. Parte)

Por Irradia Noticias

Varias veces he escrito sobre los diferentes tipos de agresión, misma que puede desencadenar la violencia -su grado más extremo- tan socorrida por los grupos criminales que se disputan la “plaza” de Morelos, un día sí y otro también, a balazos y asesinatos. 

Sin embargo, en esta ocasión me referiré a la agresión entre miembros de la clase política morelense, cuya intensidad parece ir en ascenso junto al forcejeo por el Presupuesto 2022 entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Asimismo, son evidentes las campañas de revanchismo por parte de diversos actores, inclusive a través de medios informativos nacionales. Nada es nuevo, pues lo hemos constatado en diferentes épocas. La venganza es normal entre los miembros de la política de nuestro estado, lo cual se repite desde Palacio Nacional hacia todos los rincones del país.

Siempre he tenido la impresión de que los políticos locales aumentan sus mutuos ataques dependiendo de las circunstancias presupuestales de quienes están situados en cargos públicos de los tres órdenes de gobierno: federal, estatal o en cualquiera de los 36 municipales. 

Es decir: históricamente les tocó incrustarse en la vida pública, pero tal vez lo consiguieron desplazando a hombres y mujeres acostumbrados a vivir pegados a la ubre oficial. 

Más claro: los que se fueron ya no tienen el mismo modus vivendi, pero sus relevos sí. Es exactamente lo que vez tras vez vemos repetido en la alternancia del poder, tanto en el gobierno estatal desde el año 2000, hasta la más modesta administración municipal en enero de 2022. En concreto: el conflicto político y social se exacerba dependiendo de la disponibilidad de recursos entre los miembros de los grupos de presión o de interés.

Pero ¿qué dice la sociología al respecto? ¿Cómo podemos analizar la agresión política?

Como ya lo comenté, mientras prevalezca la disputa por los recursos, entonces habrá conflicto político y social.

ETIOLOGÍA DE LA AGRESIÓN

La agresión se presenta en individuos, grupos pequeños, asociaciones u organizaciones, clases sociales, entre estados y naciones. Y en un nivel máximo, por parte de coaliciones internacionales.

Cada sujeto puede evidentemente agredir a otros de diverso nivel, como sucede cuando un grupo ataca a un individuo aislado; pero las agresiones son más frecuentes entre los del mismo nivel, verbigracia los políticos.

Los componentes seriales son todos los individuos, grupos, sistemas, mecanismos de decisión, estructuras y colectividades de diversa naturaleza que aportan en forma sucesiva, o son aptos para ayudar, una contribución al desarrollo de una agresión. 

De acuerdo a lo anterior, las agresiones son perceptibles en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como entre los integrantes de las administraciones municipales. 

Casi todos, en lugar de colaborar con resiliencia o cohesión, se sienten más chingones que sus compañeros; se tornan chismosos, envidiosos, siembran intrigas y, en el mejor de los casos, causan inestabilidad dentro de los equipos de gobierno. En el peor escenario, deben ser cesados fulminantemente. Una manzana podrida echa a perder al resto. 

Lo que se observa actualmente en el panorama estatal, con repercusión en el nacional, es la disputa entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, pero sobre todo el forcejeo para el absoluto control del Congreso local; es decir, conseguir la consolidación del denominado Grupo de los 12 y socavar al de los ocho restantes. Golpeando al Ejecutivo, desde dentro del Congreso, podría minarse la resistencia de los ocho. 

Empero, solo quiero que recuerden una cosa: ¿Quién trajo a Cuauhtémoc Blanco a Morelos a finales de 2014? Son los mismos que lo metieron en problemas, antes y ahora. Hoy son aliados de los legisladores que se convirtieron en adversarios del mandatario. Han dejado muchas colas en su actuación y ya están identificados. 

Mañana continuamos con la segunda parte de esta columna.

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