LOS VICIOS DEL LEGISLADOR MEXICANO, EN EL CONGRESO DE MORELOS

Por Irradia Noticias

Este miércoles 15 de diciembre terminó el Primer Periodo Ordinario de Sesiones del Primer Año de Ejercicio Legislativo en el Congreso morelense, instalándose la Diputación Permanente. Sin embargo, son demasiados los asuntos pendientes a resolver, ante lo cual es probable la realización de un periodo extraordinario de sesiones, pero una vez terminado el periodo de festividades decembrinas… supongo yo. El diputado del Partido Nueva Alianza, a quien ya se conoce como “El Jefe Agustín” (Alonso Gutiérrez), en esta semana había advertido que el Paquete Económico 2022 sería, quizás, aprobado en febrero o marzo, es decir, cuando inicie el Segundo Periodo Ordinario de Sesiones.

Lo que estamos constatando los morelenses es “la crónica de un proceso legislativo fracasado”, pues la noche de este miércoles el Congreso no alcanzó los acuerdos deseados para aprobar el Paquete Económico 2022, entregado en tiempo y forma por el Ejecutivo, y del cual algunos diputados integrantes del G-11 pretendían “sacar agua de las piedras”, o sea conseguir fondos comprometidos por ellos sin ton ni son, buscando rentabilidad electoral y predominio sobre el Ejecutivo, mientras la titular de Hacienda estatal, Mónica Boggio Tomasaz Merino, así como los miembros del denominado G-9, actuaron de manera realista sosteniendo que la mayoría de caprichos de los ex presidentes municipales (hoy flamantes diputados), así como de sus aliados priístas y de otros partidos, no podrían satisfacerse, simple y sencillamente porque los recursos ingresados a las arcas estatales, vía ingresos propios y participaciones federales, son insuficientes.

Debido a lo anterior, a partir del 1 de enero de 2022, regirían el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos de 2021, aunque existe la posibilidad, insisto, de que se convoque lo más pronto posible a un periodo ordinario de sesiones, si es que los del G-11 se abren a la posibilidad del diálogo y abandonan sus actitudes caciquiles y/o gansteriles, a fin de aprobar el Paquete Económico 2022 expuesto siempre a plenitud a los jefazos del Congreso por Mónica Boggio Tomasaz Merino.

Hay muchos factores sobre los cuales opinar y analizar, al constatarse la actitud de los miembros de la Legislatura LV, pero creo necesario destacar los siguientes.

A estas alturas, cuando apenas han transcurrido tres meses y medio de iniciada la Legislatura LV, la mayoría de nuestros ínclitos diputados locales exponen los antiguos defectos de los legisladores mexicanos, entre los cuales destacan la prepotencia, la arrogancia y el despotismo, bastante usuales entre aquellos que son herederos del poder o provienen de cacicazgos regionales. En esto último se insertan quienes fueron presidentes municipales y hoy ocupan una curul en el Congreso. La actitud del “Jefe Agustín”, por ejemplo, es la de un cacique, a lo cual está acostumbrado, siendo identificado así en Yautepec y municipios aledaños por propios y extraños. Empero, esa belicosidad ha sido absorbida por otros compañeros suyos del G-11, azuzados por quienes, incluidos en la nómina del Congreso de manera institucional o fuera de ella, son ya actores en el proceso parlamentario, siendo de sobra conocidos. Son opositores, como lo es Agustín Alonso, del gobierno estatal.

Lo mismo se nota en aquellos personajes que se encuentran muy encumbrados y, por supuesto, se sienten pagados de sí mismos. Es uno de los vicios más comunes y además uno de los más detestables, toda vez que el legislador, si es un representante popular, puede tener mil y un defectos, menos éste. Por el contrario, un legislador debe ser carismático, amable y humilde, pero con los legisladores morelenses las cosas funcionan al revés. 

Otros más se conducen mediante el tráfico de influencias. Como ya se explicó, la sensación de ser intocables, impunes y poderosos que experimentan muchos legisladores los arroja –a ellos, sus familiares, colaboradores y amigos– a excesos como el influyentismo, la prepotencia, la pedantería y el abuso. Otros más se dejan llevar por el elitismo y la banalización de la política. 

Este último fenómeno surge cuando los diputados se dejan llevar por el dedazo, el nepotismo, las redes de complicidades, la eternización en los cargos públicos, las cuotas de poder, la obtención de canonjías (como pretende hacerse con el presunto Fondo de Bienestar), la compra-venta de cargos públicos, etcétera, ante lo cual la ciudadanía supone que la vida pública morelense es operada por mafias. Insisto: el G-11 se ha conducido con gansterismo.

El resultado es que pagan justos por pecadores, pues los citados vicios estructurales desacreditan a los actores políticos y suprime la nobleza que merecería la actividad pública. 

Conclusión: sobre todo los diputados adscritos al G-11 deben reponer su actitud, sin apostarle a pretender el convencimiento de tres diputados o diputadas del G-9 a fin de alcanzar los 14 votos en el Pleno, vitales para reformas estructurales. No. Es necesario que con altura de miras busquen el diálogo con sus adversarios, sin apostarle al todo o nada. Mientras los del G-9 se mantengan cohesionados, habrá parálisis legislativa en infinidad de rubros, lo cual tendrá un alto costo para los diputados golpistas.

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