¿NO QUE NO? VACUNARÁN A MENORES DE 15 A 17 AÑOS, SIN COMORBILIDADES

Por Irradia Noticias

Al médico Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud a nivel federal, se le han dedicado miles de análisis periodísticos y notas de diferente índole, pero la mayoría criticando su desempeño como “líder” de la estrategia contra el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, aparecido en algunos países del mundo a finales de 2019 y en otros al comienzo de 2020, tal como ocurrió en el nuestro, hasta convertirse en pandemia. 

Dicho personaje, sin embargo, venía antecedido de pésimos resultados entre 2008 y 2009 al frente de las estrategias de la Secretaría de Salud contra la epidemia de influenza H1N1. Cualquiera sabe que fue cesado por órdenes directas del entonces presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa. 

Han sido múltiples los dislates cometidos por el subsecretario de marras, quien, para colmo de su desprestigio, se contagió de Covid-19 tras subestimar la utilización del cubrebocas y demás medidas sanitarias. El presidente Andrés Manuel López Obrador siguió ese ejemplo: no usar cubrebocas, y también terminó contagiándose. Gracias a la magnífica atención médica y el adecuado manejo con fármacos de avanzada, algunos de ellos aún inaccesibles para el grueso de la población mexicana, López Obrador salvó la vida, no sin haber estado confinado en su departamento del Palacio Nacional.

¿Cómo no recordar el 11 de febrero de 2020? Ese día, López-Gatell aseguró que la Covid-19 era una enfermedad respiratoria “de baja gravedad, incluso más leve que la influenza”; además, dijo, la proporción de muertes sería semejante o menor a las causadas por dicho padecimiento. Un año después reculó y reconoció que el Covid-19 es una enfermedad infecciosa “que puede causar una muerte tormentosa”. Y añadió: “Identifiquemos que la epidemia no se ha acabado, que la epidemia es perfectamente real, que la epidemia es una enfermedad infecciosa que puede causar la muerte, y es una muerte desafortunadamente tormentosa”.

El 25 de agosto pasado, Hugo López-Gatell Ramírez no descartó una cuarta ola de Covid-19, o incluso más, pues, dijo, “mientras exista la epidemia en el mundo, hay esa posibilidad”. Lacónicamente, y olvidando sus reiterados desatinos, explicó que “en todo momento” pueden ocurrir (esas nuevas olas), por lo que reiteró la importancia de mantener las medidas de prevención e instó a la ciudadanía a vacunarse contra el Covid-19, como si los productos existieran en cualquier farmacia o en los supermercados, tal como se ve en los Estados Unidos y algunas naciones europeas.

Para nuestro consuelo, el multicitado funcionario, quien es tratado por el presidente como si formase parte del gabinete legal (se lo llevará a la cumbre México-Estados Unidos-Canadá de esta semana), señaló que “mientras exista la epidemia en el mundo, todos los países tienen posibilidades de tener cuartas, quintas y sextas olas… En todo momento puede ocurrir y por eso hay que estar muy al pendiente de lo que va presentándose en cada país, en todo momento”.

Eso de que puede presentarse una cuarta, quinta o sexta ola de Covid-19, dicho por López-Gatell, debió ser registrado por abogados, pues en su momento podría servir como prueba de delitos de lesa humanidad. Asimismo, es la prueba fehaciente de que el nada bien ponderado subsecretario llegó a su “Principio de Peter”, o sea, a su nivel de incompetencia. 

Y este martes 16 de noviembre, el multicitado subsecretario anunció que el viernes de esta semana se abrirá al preregistro de niños y adolescentes cuyas edades oscilen entre los 15 y 17 años, sin comorbilidades. Según el INEGI, hay en México alrededor de 6.5 millones de personas en esos rangos de edad. Esta vacunación debió iniciarse desde que arrancó el programa nacional de vacunación, pero hubo necesidad de que varios cientos de mexicanos recurrieran a los amparos de juzgados federales para conseguir la vacuna contra el COVID-19. ¡Cuánto tiempo perdido! ¡Cuántas muertes pudieron evitarse! ¡Qué necesidad de posponer esta etapa de la inmunización!

La inmensa mayoría de mexicanos percibe como inepto a López-Gatell, pero el mexicano más importante, el principal inquilino del Palacio Nacional, no lo considera así. Para el presidente, López-Gatell es un científico de calidad mundial.

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